¿Cómo descubrió que quería ser ingeniero aeroespacial?
Yo no era un estudiante promedio. Más bien era malo. Patinar era lo que hacía prácticamente todo el tiempo y en eso me enfocaba. Pero a los 16 años me dí cuenta de que ya me iba a graduar; o más bien, que no iba a graduarme porque iba mal en un montón de clases. “Tengo que empezar a aplicarme”, dije. Fue un cambio de actitud que nació al evaluar mi propia realidad y perspectivas.
Pero del dicho al hecho siempre hay muchas barreras.
Desde chiquito me gustó el espacio, los planetas, las galaxias, las naves. Al cambiar de actitud descubrí que existía una ingeniería aeroespacial. Eso es lo que quería hacer. Averigüé lo que necesitaba para estudiar eso, fuera del país. Pero costaba un platal y necesitaba buenas notas en Matemática y Física, lo cual ocurrió hasta en mi último año. Hacía mis tareas, estudié y de hecho me gradué, pero no bastó para conseguir la beca, porque las notas de años anteriores eran muy débiles.
¿Se desanimó?
Opté por posponer mi sueño, pero no para esperar que algo milagroso pasara solo: más bien encontré una forma alterna de llegar. Estudié Ingeniería Mecánica en la Universidad del Valle de Guatemala, al pensar que a nivel de maestría volvería a intentar encontrar una beca. Lo malo fue que en la Del Valle no me aceptaron, porque tenía débiles Matemática y Física. Son esas bifurcaciones en la vida, en las que optas por agarrar algo más fácil o seguir tratando. Me metí a cursos para ponerme más pilas. Finalmente gané, raspadísimo, pero por fin entré. Me gradué limpio en cinco años. Ya había desarollado la disciplina y tenía clara mi prioridad.
Entonces pidió otra vez una beca.
Me tomó dos años. Solicité a varias universidades y me aceptaron dos. Finalmente me fui a la Universidad de Florida Central, para una maestría en Ingeniería Aeroespacial en Termofluidos. Trabajé en Cabo Cañaveral, con movimiento de gases, y también el diseño de un satélite, entre otras cosas.
¿Como está el nivel académico de Guatemala en relación con Estados Unidos?
Ese es uno de los mitos, y al principio pensé: “Me va a llevar el río”, porque ahí hay estudiantes de China, India, Rusia. Pero descubrí que iba súper bien preparado de Guatemala y estuve al nivel, no porque fuera genio, sino porque tenía una buena base de la Del Valle. Los guatemaltecos tendemos a subestimarnos.
¿Qué es lo más emocionante que ha hecho?
La simulación de una misión a Marte en un desierto de Utah y experimentos de transferencia de calor con una compañía alemana. Todo es emocionante, sobre todo cuando ves que un transbordador se lleva al espacio un aparato o un experimento en lo que has trabajado por días y noches enteras. Estuve involucrado en los dos últimos vuelos del transbordador espacial de la Nasa; ahora son naves comerciales manejadas por compañías privadas; ya no es algo estatal.
¿Ha ido al espacio?
Algún día.
Regresemos a cuando Ud. consigue la beca. ¿Tuvo ayuda de algún tipo?
Solito yo tramité todo. Lo que más cuenta, además de las notas, son las actividades extracurriculares y voluntariado. Hay que identificar programas de interés en las universidades y profesores que estén haciendo investigación. Uno los contacta, les pregunta si se puede contribuir con algo a su trabajo; ahí explica uno su experiencia. Si uno no tiene plata, esa es la vía, porque trabaja para la universidad y de esa manera tiene cómo ayudarse para la maestría o el doctorado. Normalmente hay dos formas, una que es como investigación y en la otra uno es asistente de enseñanza. Ayuda mucho si uno fue auxiliar de catedrático aquí en Guatemala.
Debe ser emocionante llegar a trabajar en un lugar tan emblemático como el Centro Espacial Kennedy.
Me emocioné mucho, y todavía cuando lo pienso. Ver el transbordador irse llevándose cosas en las que uno ha pasado noches largas es impresionante, sobre todo porque no es una meta, sino un paso para otras.
¿Actualmente en qué trabaja?
Me pasé de la Ingeniería a la Biología. He estado los dos últimos años en un proyecto de vacuna contra la salmonella: estudiamos cómo la falta de gravedad afecta a las bacterias que se hacen resistentes a los antibióticos. Se llama microbiología gravitacional.
¿En algún momento pensó en que fuera a llegar a la realidad que soñó?
Nunca. Por ejemplo, jamás pensé que iba a conocer a Neil Armstrong, el primer hombre en pisar la luna, pero sí tenía muchos sueños.
¿Ha encontrado a más guatemaltecos en la Nasa?
No en ciencias, pero sí en otros campos y siempre es emocionante el sentimiento de fraternidad. Me gustaría ver a más jóvenes guatemaltecos allá, en ciencias. Todo es que tomen la decisión y la sigan.
¿Ha sufrido discriminación?
Nunca. Creo que es algo que uno mismo genera. No debe sentirse ni menos ni más que nadie, solo mostrar su capacidad.