Multinacionales como Pfizer, Bayer y Procter & Gamble estudiaron —y abandonaron— posibles tratamientos para trastornos sexuales femeninos.
Sprout “ya tiene una trayectoria de mercadeo contrario a la ética”, dijo la doctora Adriane Fugh-Berman, de la Universidad de Georgetown. “Si se la aprobara, creo que se la recetaría ampliamente y entonces veríamos una epidemia de efectos adversos”.
Después de un año de cabildeo, el fármaco obtuvo una recomendación sorpresiva, por 18 votos contra seis, de un panel de asesores de la FDA. La agencia prevé tomar su decisión antes del próximo martes.
Sprout adquirió la medicina a Boehringer Ingelheim en 2011. La gran farmacéutica alemana abandonó el proyecto después que asesores de la FDA lo rechazaron unánimemente en 2010.
El matrimonio fundador de Sprout Pharmaceuticals no es un recién venido al negocio farmacéutico ni al negocio de vender fármacos a personas insatisfechas con su vida sexual. Su compañía anterior, Slate Pharmaceuticals, vendía una cápsula de testosterona para implantar en los hombres con bajos niveles de la hormona.
Sin embargo, el mercadeo de Slate violó las normas federales al promocionar los beneficios de la testosterona en forma engañosa e infundada a la vez que minimizaba los riesgos.
El año pasado, durante una reunión sobre la prescripción excesiva de la testosterona, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés) presentó el aviso publicitario de Slate como ejemplo de mercadeo inapropiado.
Los detractores de Sprout sostienen que la táctica agresiva de la empresa para lograr la aprobación de la píldora por la FDA es parte de un patrón problemático. La FDA ha rechazado la píldora en dos ocasiones debido a su escasa eficacia y efectos colaterales como náuseas, mareos y desmayos.