LA BUENA NOTICIA

Pan persona

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Durante el Foro de Responsabilidad Social Empresarial en Guatemala 2015, el conocido economista argentino Dr. Eduardo Kliksberg exponía el dato alarmante de que en el mundo actual el hambre toca a mil de los siete mil millones de personas que lo habitamos, pero que ese mismo mundo produce alimentos para doce mil millones (¡!). Un escándalo ético- económico que invita a repensar, como lo ha dicho tan claramente el papa Francisco, “el tipo de producción y sobre todo de mercado” que permite tal exceso y “exclusión” hasta de lo vital para la persona y su familia. Algo —o más bien mucho— hace falta para reorientar los sectores trabajo, producción, mercado hacia una “mayor responsabilidad social”, pero sin perder la esperanza y siendo positivos respecto de que con una ética auténtica (¡aún en Guatemala!) es posible y puede vencer el drama de las necesidades de pan, vestido, educación, habitación.

Y sin embargo, la raíz de toda posible solución a la pobreza no puede fundarse en la simple filantropía o en una ética que busque reducir el “número abstracto” de necesitados sin estar ella misma fundada en el “encuentro entre personas”. En la Buena Noticia de hoy, el mismo Jesús, que parecía un “proveedor masivo de pan”, refuta el materialismo —en este caso de las pobres gentes que lo seguían— para invitarlos a ir hacia Él en un “encuentro personal”. Y propone la Fe en su persona presente en un pan diferente al maná material del desierto: Él se ofrece como Pan eucarístico en su propia “carne” (del griego “sarx”: la parte concreta, relacional del ser humano).

Y es que la dinámica de este “sacramento eucarístico” es sencilla pero potente: la Eucaristía es una presencia real del Dios hecho hombre, tal y como en otras ocasiones hemos recordado que afirmaba Lutero en su crítica a Calvino, que “disolvió la idea de un Pan Persona” y se quedó con la idea de un “recuerdo o memorial de la Cena del Señor”. A este decía Lutero: “Si alguno me dice que el pan del altar es igual al que vende el panadero, me regreso con el Papa” (¡!). De donde la invitación de Cristo hoy es a “buscarle a Él” como alimento espiritual “personal” que nutre a fondo las relaciones con el prójimo como persona y no como dato estadístico de pobreza.

La Fe y devoción a la Eucaristía no son una mística que aleje de los demás, sino todo lo contrario: “Si vivimos bien la Eucaristía un indicador es cómo nos relacionamos con los demás. A Jesús le gustaba estar con la gente, compartir sus anhelos, los problemas y preocupaciones. En la Santa Misa nos encontramos con muchas personas, pero ¿las vemos en verdad como hermanos y hermanas? ¿La Eucaristía nos lleva a salir al encuentro de los pobres, de los enfermos, de los marginados, viendo en ellos el rostro de Jesús? ¿O más bien cuando salimos de Misa criticamos a uno, al otro por cómo estaba vestido este o aquel?” (Papa Francisco, Radio Vaticana, 2 de febrero del 2014).

Así, todo parte de la “Fe” en la presencia real de Cristo y de la aceptación de su “ser persona viva” en “ese Pan”: de lo contrario no se puede llegar a los demás como personas y comprometerse a “santificar el trabajo” para paliar con eficiencia el hambre de todo tipo: de valores, de tortillas, de fraternidad y, sobre todo hoy en Guatemala, hambre de honestidad y justicia.

ESCRITO POR:

Víctor Hugo Palma Paul

Doctor en Teología, en Roma. Obispo de Escuintla. Responsable de Comunicaciones de la CEG.