Autores intelectuales
Diez años después del caso Rosenberg, Fernando González Davison se adentra en su historia y logra construir un thriller político de no ficción. Los peores días, novela publicada por Alfaguara, lleva al lector a través de los escenarios que previos a la muerte violenta del empresario Khalil Musa y su hija Marjorie, la muerte de Rosenberg y la posterior investigación realizada por la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (Cicig).
El asesinato de Rodrigo Rosenberg provocó repercusión alrededor de todo el mundo, mientras que el gobierno de Colom sufrió a una crisis política sin precedentes. ¿Fue esa la principal motivación para adentrarse en este caso?
Creo que sin esa repercusión la historia de la muerte de Rosenberg habría pasado desapercibida como tantas que ocurren de manera frecuente en este país. A 10 años de su muerte el caso sigue provocando comentarios y agruras para algunos, derivado de las acusaciones que hizo en su video: acusó de su muerte al presidente Colom, a su esposa Sandra Torres y al secretario Alejos y otros empresarios, porque, según él, los primeros habían ordenado la muerte de Khalil Musa y su hija Marjorie, ocurrida semanas atrás. La noticia dio la vuelta al mundo y provocó tremenda crisis en la presidencia e hizo trastumbar nuestra endeble democracia porque la ciudadanía creyó la versión de un muerto, cuyo video lo hizo antes de morir y fue distribuido durante su funeral. Pero, aparte de esa repercusión mediática del video acusador del abogado Rosenberg, me interesó penetrar en la boca del lobo y pude observar cuán corrupto era al penetrar en el Estado con sus laberintos y relaciones con el narcotráfico.
La crisis presidencial tuvo un momento en que se consideró la posibilidad de dar un golpe de Estado, que hubiera contado con el apoyo de la ciudadanía en ese momento, cuando miles le exigían la renuncia a Colom para que se hiciera a un lado y no obstruyera la justicia desde su alto cargo. Fue de mucho interés observar las reacciones de todos los actores estatales y civiles involucrados en la crisis: salen en la novela como en un teatro político de acciones y reacciones, con una ciudadanía enojada y sorprendida por tener un el aparato político que, en teoría, debería velar por el país, pero en realidad velaba por sus intereses mezquinos y los de una minoría. Allí el espejo de nuestro Estado como un acercamiento a la realidad de lo ocurrido en 2009 y que es tan presente ahora, diez años después.
¿Y qué descubrió?
A decir verdad, para mí la investigación fue toda una revelación. Fue de gran interés colocar con paciencia las piezas de un rompecabezas, hasta lograr armarlo casi en su totalidad. Por supuesto que hay revelaciones y novedades. En especial para romper ideas preconcebidas sobre quiénes eran los responsables de las muertes de los Musa y Rosenberg. Ahora es mucho más transparente nuestra realidad, gracias a la CICIG, para entender el entramado y las redes de quienes han capturado el Estado para sus propios fines como sucede hasta la actualidad.
Desde A sangre fría, de Truman Capote, hasta la fecha han sido varias obras que buscan narrar desde la no-ficción. ¿Qué lo motivó a usted?
Soy un escritor y una buena historia merecía contarse en una buena novela, como es el caso del intríngulis del caso Rosenberg: hay romance y tragedia, drama político y corrupción a una escala mayor. Para lograr la veracidad hay que hacer una investigación lo más seria posible y también seguir las pesquisas de un fiscal internacional, que en ese entonces era Carlos Castresana, que tuvo a cargo la investigación. Para sorpresa de muchos, logró encontrar que el responsable de la muerte de Rosenberg fue él mismo quien se mandó a matar, para culpar a los que creían habían matado a los Musa, pues no tenía las pruebas para ello, en este caso el presidente Colom y su círculo íntimo, ideó su acusación por el video.
Pero en la medida que Castresana se adentró en resolver el enigma Musa, fue cuando él tuvo problemas serios al ser difamado por todos los medios de tener relaciones extramaritales y tuvo que renunciar. Algo parecido, pero con otra de una serie de mentiras, como las que lanzó Jimmy Morales y su canciller (Sandra Jovel) en contra de Iván Velásquez, con el apoyo de varios empresarios y políticos que se asustaron cuando se enteraron que estaban siendo investigados. Toda la red desde los cofrades y magnates, con algunas excepciones, se pusieron a atacar a Castresana y a Velázquez. Jimmy Morales, como no logró que Velázquez renunciara, como lo hizo Castresana, lo declaró persona non grata con el aplauso y estrategia de su cohorte oscura, que le restó poder a la Cicig. La novela revela que el pasado aún nos atrapa en estas elecciones generales y debemos ser muy cuidadosos para no votar por los corruptos de siempre.
Pero volviendo a mi pregunta, ¿por qué desde el género de no ficción?
Por el deseo de acercarme lo más posible a la realidad. Eso es lo que demanda este género: una aproximación a los personajes, a los que se les da vida y hablan según los que oí, lo que leí en documentos diversos o en los Wikileaks que hacen posible que el escritor use su imaginación para que los actores hablen o piensen en determinada forma, no de manera antojadiza en las oficinas, en los hogares…según los datos disponibles. Allí, por supuesto, hay riesgos, pero el género de no ficción lo permite, cosa que no se le permite a un periodista que debe de estar muy seguro de sus fuentes.
Y ¿por qué ese título para la novela?
Para los protagonistas principales de la novela en esos momentos tuvieron sus peores días. Para unos van a ser así desde la trágica muerte del señor Musa y su hija, pasando por la muerte de Rosenberg y ante la tremenda crisis que sufre Colom y su círculo íntimo, acusados por el abogado muerto y al que cree toda la población… El mismo Castresana además sufrió después los embates de la difamación cuando estaba a punto de descubrir al autor intelectual de la muerte de los Musa, y tuvo que renunciar.
¿Cómo llevó a cabo el proceso de investigación?
La experiencia y el oficio de historiador lo tienen varios novelistas como Vargas Llosa, Pérez Reverte y otros más que hacen novelas históricas, como la Fiesta del Chivo. En mi caso todo empezó cuando vi cuán alejada de la realidad estaba escrita nuestra historia oficial de sello liberal. Como escritor, opté por arreglar ese entuerto: reuní toda la panoplia de documentos posibles para darle vida a Rafael Carrera, fundador de Guatemala como la conocemos, el caudillo que forjó el primer Estado intercultural del continente a mediados del siglo XIX. Así se plasmó La montaña infinita. Justo Rufino Barrios lo rompió al quitarle las tierras a las comunidades indígenas y al forzarlos a trabajar para los nuevos finqueros. Hay que volver al Estado intercultural como una opción para nuestro futuro.
De igual manera fue con Oscura Transparencia, la caída de Árbenz, donde me valí de los documentos secretos abiertos al público en los Archivos Nacionales en Washington, para develar con fidelidad cómo ocurrió la intervención estadounidense en contra de nuestra democracia en 1954, de manera novelada y a través de un vidente. Parecido fue el tema Rosenberg, donde recurrí a todo el material disponible de la prensa en papel o digital, entrevistas con fiscales y actores que aparecen en la novela, con algún nombre de un personaje inventado o bien omitiendo los nombres de algunos agentes de la Cicig para proteger su identidad… Observé cómo los políticos de turno pervierten la democracia y transforman las instituciones en instrumentos para favorecer a una minoría, haciendo caso omiso de los mandatos de la Constitución que juraron defender. Me enoja cuando la clase política se pone la mano en el pecho al oír el himno nacional de manera tan hipócrita.
¿Cuál cree que será el impacto que tendrá la obra en los guatemaltecos, diez años después del asesinato de Rodrigo Rosenberg?
Lo que debe de importarnos es entender que las muertes de Rosenberg y Musa fueron producto de un Estado corroído por la impunidad lo que ayuda a entender nuestro presente. He escrito esta novela en especial para los jóvenes, no para los mayores que los conocieron, pues no es una novela para hacer más chismes alrededor de esas personas: los jóvenes deben conocer la historia del país y también su historia inmediata, para evitar que gobiernen quienes nos han desgobernando, los mismos que se reciclan en sus hijos como políticos que más parecen agentes del mal, pues están haciendo naufragar a Guatemala en todos los sentidos: va en el primer lugar en todos los diagnósticos negativos sociales y económicos que la ONU.
El tremendo deterioro del medio ambiente, que se mira con casi todas las aguas contaminadas por doquier, al punto que las carreteras y ríos parecen basureros. Mientras la desnutrición se agiganta y Guatemala se elevaba como el peor país del continente. La novela muestra cómo la clase política nos desgobierna y empobrece y aún así tiene el cinismo de lanzarse a una campaña electoral a pedir votos para las próximas elecciones. Hay que conocerlos y señalarlos. Rosenberg, en su desesperación, fue el primero que hizo ver el enorme grado de corrupción que había en el Estado, y lo hizo saber a escala mediática nacional e internacional: el Estado mismo era corrupción y la muerte de los Musa no fue ajena a esos negocios, según apuntó Castresana. Este indicó antes de partir a España que Colom no cumplió con su compromiso con la justicia.
La novela es un thriller de suspenso y el lector podrá acompañar a Castresana en el proceso de desvelar sus oscuros descubrimientos. Estoy seguro que dejarán pasmado a muchos por el gran interés que la historia inmediata tiene para el lector.
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