FAMILIAS EN PAZ

Raíz de todo mal

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El dinero es un elemento necesario en la vida cotidiana, pero puede convertirse en una plataforma para nuestro desarrollo o la causa de muchos problemas y conflictos. Todo depende de la forma de obtenerlo y utilizarlo.

Cuando decimos que el amor al dinero es la raíz de todo mal, ¿a qué nos referimos? ¿Es malo el dinero o buscar tenerlo? De ninguna manera, pues solamente es un medio de intercambio, sin un valor intrínseco. No hay nada de malo en obtenerlo e invertirlo de manera honesta y correcta; lo malo es obtenerlo por medios fraudulentos o usarlo de manera perversa para fines egoístas.

Los problemas y conflictos con el dinero inician cuando sobredimensionamos el poder que otorga, cuando nuestro afán se centra en obtener y acumular, convirtiéndonos en esclavos de un deseo que nunca se sacia. Es en este punto donde perdemos la perspectiva, pues al tenerlo crea un sentimiento de superioridad, de estar por encima de la ley, llegando incluso a considerar que todo tiene un precio, hasta la voluntad del ser humano.

El amor al dinero motiva el soborno, el engaño, la extorsión, la corrupción, el chantaje, la mentira y la traición. Pero cuando es fruto de un trabajo honrado, de relaciones justas donde no hay engaño, explotación e injusticia, se convierte en un bien que puede ser utilizado para fines que trascienden la individualidad, que dignifiquen la vida de los demás.

En la antigüedad, cuando aún no existía la moneda, se usaba el trueque para cubrir las necesidades individuales. El dinero busca este mismo fin: ser un medio de intercambio para cubrir nuestras necesidades y la de nuestra familia, mediante el pago justo de bienes y servicios. Pero cuando el dinero se convierte en un fin en sí mismo, causamos daño precisamente a aquellos a quienes queremos beneficiar con el fruto de nuestro trabajo. Nos afanamos en ganar, en acumular, en trabajar más allá de lo necesario, llenando a nuestros hijos de bienes materiales, pero carentes de nuestra presencia, tiempo, atención y amor.

El uso adecuado del dinero también debe propiciar el desarrollo comunitario. ¿De qué manera? Mediante el pago de impuestos e invertirlos para construir escuelas y educar a los niños, convirtiéndolos en hombres que sirvan a la nación; construir hospitales para que todos tengan acceso a servicios de salud. Por esta razón un acto de corrupción de los recursos públicos es tan inmoral y aberrante, ya que al desviarlos a fines personales y egoístas se violenta el derecho de aquellos a quienes está destinado a favorecer, quitándoles la oportunidad de desarrollar sus vidas con dignidad.

De modo que la raíz de todo mal no está en el dinero, sino en la codicia, en la avaricia y la ambición, en el excesivo individualismo e indiferencia ante las necesidades de los demás. Pero cuando usamos el dinero para ayudar a otra persona a desarrollarse, brindándole mejores oportunidades, estaremos creando un mundo mejor, una sociedad justa. Todo depende de la ética para obtenerlo y utilizarlo.

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