A raíz de una inmigración masiva, la administración Obama decidió el año pasado mantener a los solicitantes de asilo en centros fronterizos, en lugar de dejarlos en libertad mientras sus casos son examinados como ocurría antes.
Los demandantes, representados por la poderosa Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés), cruzaron la frontera el año pasado buscando asilo en Estados Unidos.
Pero, una vez que fueron arrestados por los servicios migratorios, fueron puestos en centros de detención para, como lo explica el juez James Boasberg en su decisión, “enviar el mensaje de que los inmigrantes no son bienvenidos”.
El juez Boasberg criticó la política del gobierno, y estimó que “presentó pocas pruebas de que su política de detención cumple sus objetivos, es decir desalentar a potenciales inmigrantes centroamericanos” a cruzar la frontera.
La inmigración es un tema político candente de cara a la elección presidencial estadounidense de 2016, con alrededor de 11 millones de indocumentados en el país.
Estados Unidos vivió el verano boreal pasado una importante crisis migratoria con la llegada masiva de centroamericanos, entre ellos un gran número de niños que cruzaban solos la frontera.
Obama decretó un plan de regularización de millones de clandestinos, lo que levantó la ira de los opositores republicanos.
Pero el lunes por la noche, un tribunal federal de Texas (sur, fronterizo con México) ordenó la suspensión temporal de este decreto migratorio.