Al contrario de Irak y de Siria, donde una coalición internacional bombardea al grupo Estado Islámico (EI), su brazo libio tiene vía libre debido al caos en el que está sumido el país, añade.
Años después del comienzo de la revuelta contra el régimen del coronel Muamar Gadafi, que dirigió el país con mano de hierro hasta su derrocamiento y muerte en 2011, el rico país petrolero ha quedado a merced de milicias rivales.
La filial libia del grupo EI está asentada en varias ciudades, desde Derna (este) a Sabrata (oeste), pasando por Sirte (centro). Otro grupo yihadista, Ansar al Sharia, está implantado en Bengasi, segunda ciudad del país.
El EI dispone también en Libia de un acceso al mar, en un país que constituye la principal fuente de inmigración irregular hacia las costas europeas, y sobre todo hacia Italia. “Libia constituye el punto geográfico más cercano a Europa con movimientos yihadistas y el principal lugar de paso para la inmigración clandestina”, explica un diplomático libio en Europa. “Basta con imaginarse qué pasaría si en cada barco de inmigrantes se colaran uno o dos yihadistas…”, añade.
¿Caos en el Mediterráneo?
“Si estos movimientos consiguen controlar la costa libia —la más larga de un país del norte de África en el Mediterráneo con mil 955 kilómetros— será el caos”, advirtió el diplomático, que pidió mantener el anonimato. “Los Gobiernos occidentales están asustados con los focos y santuarios que se crean, siguiendo un mismo modelo, cada vez que cae un Estado” y que pueden convertirse en una amenaza para la región y servir de base para “preparar atentados contra Europa”, explica Arthur Quesnay, experto en Ciencias Políticas de la universidad parisina de la Sorbona.
Los países vecinos también temen a los yihadistas. Egipto, que ya combate a los extremistas en la península del Sinaí, decidió actuar y bombardeó posiciones del EI tras la ejecución de coptos en Libia. El 15 de febrero, el EI difundió un vídeo de la decapitación de 21 cristianos coptos, en su mayoría egipcios, que había secuestrado.
“Egipto no tendrá estabilidad si reina el caos en Libia”, subraya un responsable árabe que pidió el anonimato.
Las autoridades argelinas también están alarmadas, porque “estos grupos tienen como principal objetivo Argelia, así como Túnez”, afirma Mazen Sherif.
Un gran número de miembros del grupo extremista Ansar al Sharia en Túnez engrosaron las filas de los grupos radicales en Libia. Más al sur, los yihadistas libios establecieron vínculos con los grupos radicales del norte de Malí y con el grupo islamista nigeriano Boko Haram en Nigeria, según expertos. “Se está creando una nebulosa”, explica Arthur Quesnay, que no cree que por ahora dispongan de un mando único.
Los países occidentales han descartado la opción militar contra el EI en Libia, al menos por ahora, y prefieren una solución política auspiciada por Naciones Unidas.
Pero el tiempo juega a favor de los yihadistas. “Hace dos años, Daesh (acrónimo del EI en árabe) no era más que un pequeño grupo de Irak, hoy controla un territorio entre Irak y Siria más grande que algunos países europeos”, afirma el diplomático libio.
Para él, la comunidad internacional, que apadrina las negociaciones entre los gobiernos rivales en Libia, debe ejercer “una fuerte presión” sobre las partes en conflicto para alcanzar una solución política, de la que los grupos radicales queden excluidos.