Como parte de estos valores también destacan la necesidad de consentir la desigualdad como algo inevitable, aunque sea extrema,  y  esconden bajo la alfombra los excesos y la corrupción que ello genera, como la evasión de impuestos que el escándalo de HSBC ha puesto de manifiesto.  

En Guatemala este pensamiento impulsado por las élites globales se ha combinado con un pensamiento interno de la élite empresarial local que a menudo es una curiosa combinación de pensamiento conservador heredado de la Colonia , sazonado con caricaturas neoliberales más recientes.

Este pensamiento guatemalteco conservador de una parte del empresariado explica su histórica resistencia a reformas.  Explica, al menos parcialmente, que ciertos proyectos de modernización impulsados en el pasado por actores externos, como  la norteamericana Agencia Internacional por el Desarrollo, no hayan tenido el mismo éxito en Guatemala que en El Salvador u Honduras.

En el libro de Fernando Valdez se explica cómo las élites empresariales de los tres países centroamericanos se han organizado y relacionado con élites globales que buscan convencer a la población en general sobre las bondades de su visión empresarial del mundo.  Difundir y justificar estas ideas de individualismo extremo, de desigualdad inevitable y de fe en las libres fuerzas del mercado por parte de las élites globales  requiere un trabajo de convencimiento.  Fernando Valdez lo llama la organización del consentimiento. Organizar este consentimiento comienza por incorporar a las organizaciones empresariales y a sus centros de pensamiento en cada país para convencer al resto de la población.

Se trata de un proceso complejo, con cierta reciprocidad y resistencia; no son relaciones de simple subordinación. Puede favorecer cierta modernización de las élites locales, marcadas por su pensamiento conservador, o agudizar algunos de sus defectos más pronunciados, como el desprecio por la igualdad.  En ese sentido, corresponde tener claro cómo se lleva a cabo la “organización del consentimiento”, y el libro de Valdez toma a Centroamérica como un laboratorio para evaluar este proceso de manera concreta.  Pone de manifiesto que “las ideas importan”, incluyendo la forma en que se transmiten y los actores involucrados.  También nos hace ver que la lucha por las ideas es fundamental como medio para favorecer el cambio que Guatemala tanto necesita.

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