El calvario de los pacientes

La atención en consulta externa de varios hospitales ha sido cerrada por falta de medicamentos, equipo o, como ocurre ahora, el atraso en el pago a los profesionales que allí laboran, pero que tienen más posibilidades de presionar en reclamo de sus derechos. Por el contrario hay muchas más personas que no tienen la menor oportunidad de ser escuchadas ni atendidas en esos centros, por lo que viven un calvario al no poder cubrir el costo de servicios particulares que los alejen de ese vergonzoso sistema.

Uno de los contrastes más lamentables es que mientras miles de guatemaltecos no reciben la más mínima atención en los hospitales, las autoridades continúan con la danza de millones al efectuar compras en las que se privilegia la promoción política de sus principales figuras y con artículos que no son tan necesarios, salvo para quienes aspiran a mantenerse en el cargo. Para nada se piensa en dar prioridad a los servicios esenciales, en los que literalmente se juegan la vida algunos pacientes que no tienen más opción que acudir a centros asistenciales públicos.

Lo más lamentable es que la crisis prevaleciente en el sistema de Salud ya no se afronta solo en los hospitales, pues a esta debacle se ha unido el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), que ha caído en irresponsabilidades similares para con sus afiliados, quienes a cambio de su aporte deberían recibir un mínimo de atención. Sin embargo, al igual que ocurre en el sector público, en esta institución se privilegian compras dudosas, mientras que los usuarios no reciben el trato debido, como consecuencia de una deficiente administración.

El IGSS se ha sumado a las entidades que han caído en un mayor deterioro durante los últimos años, y tampoco puede hablarse de que los cambios hayan sido para mejorar con los funcionarios designados por el actual gobierno, que se extralimitó con las promesas, a raíz de la destitución de las anteriores autoridades. Eso, lamentablemente, no se ha traducido en mejor atención para los afiliados, que están muy lejos de recibir un trato más humano. Un punto más para la agenda de la Procuraduría de los Derechos Humanos.

En ambos casos, aflora la indolencia de las autoridades ante un drama que requiere un mínimo de consideración hacia quienes ven en esa asistencia la única vía, mucho de lo cual se explica con el oscuro manejo de los recursos que estas instituciones administran y que no son congruentes con las necesidades de los pacientes.

No puede dejar de mencionarse que muchos de estos abusos ocurren también por la anomia de instituciones como la Contraloría General de Cuentas, que están llamadas a efectuar una fiscalización más convincente.

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