Sin gasolina
La PNC es una institución profesional y jerarquizada, el único cuerpo policial armado con competencia nacional cuya función es proteger y garantizar el ejercicio de los derechos y las libertades de las personas, prevenir, investigar y combatir el delito, mantener el orden público y la seguridad interna.
Su visión es “ser una institución profesional, honesta, moderna y respetuosa al servicio de todos”. Entre los valores fundamentales que la rigen están la responsabilidad, la perseverancia, la confiabilidad, la generosidad, la honestidad, la diligencia, la valentía, el respeto, la lealtad, el esmero y el amor.
Sin embargo, la cantidad de señalamientos de hechos delictivos en los que se han visto envueltos muchos de sus efectivos, las denuncias sobre las deficiencias de la entidad, la sindicación y consignación a los tribunales de policías provoca, con fundada razón, una desconfianza ciudadana en ese ente de seguridad, lo que la hace inviable e inútil para los objetivos para los que fue creada.
Del 2007 al 2014 fueron detenidos 737 policías sindicados de distintos delitos, entre ellos abuso de autoridad, extorsión, secuestro; en diciembre del año anterior la Inspectoría de la PNC investigaba 621 casos por faltas cometidas y se informó que en ese año 342 fueron enviados a proceso judicial por considerarlos vinculados con ilícitos. Se ha conocido que incluso han participado en lo que se ha denominado tumbe de droga. Por esas razones son despreciados por la ciudadanía, son vistos como corruptos y se les compara con los delincuentes a quienes deben perseguir.
Ahora bien, no pueden ignorarse muchas de las razones por las que la PNC se encuentra en esa penosa situación que afecta a toda la ciudadanía. El estado en que fue recibida, la forma en que se pretendió reestructurar, manteniendo en la misma a personal que contaminó a otros, la falta de infraestructura y capacitación adecuadas, ausencia de interés real en fortalecerla y, sobre todo, la carencia de mecanismos y recursos para dignificar a los agentes.
Aquí los policías no llegan por vocación, llegan por pura necesidad, no son personas a quienes se tenga la posibilidad de exigir el cumplimiento de un perfil académico y ético, pues las condiciones han forzado a reclutar sin estos requisitos. Y a eso debemos sumar las graves carencias de las que a menudo se informa, dicen que deben poner de sus propios recursos para cumplir con su trabajo y, últimamente, que ni gasolina tienen, a lo que atribuyó el ministro Bonilla el incremento de asesinatos en enero. Está muy lejos de cumplir su misión, sobre todo en el combate del delito para contribuir a crear un ambiente de paz y armonía. Urge priorizar su reconversión.
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