Grecia y Chipre, que comparten el mismo idioma y la misma cultura, están muy cerca, y es una tradición que sus dirigentes respectivos hagan su primer viaje oficial en el país vecino. Sin embargo, Tsipras tiene poco en común con el conservador Anastasiades en el plano ideológico.
El presidente chipriota, elegido en febrero de 2013, tras derrotar a su predecesor comunista Demetris Christofias, tuvo que negociar un préstamo de US$11 mil millones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Unión Europea (UE) para evitar la quiebra. El dirigente ha hecho todo lo posible desde entonces por respetar las condiciones drásticas de los acreedores, y ha perdido su mayoría parlamentaria mientras el país se hundía en la recesión.
Tsipras, por su parte, triunfó en las elecciones legislativas griegas, prometiendo acabar con la austeridad impuesta por sus acreedores a cambio de un plan de rescate de US$272 mil millones procedentes de la UE y el FMI.
Grecia es un apoyo militar clave para Chipre frente a Turquía, que lleva cuatro décadas ocupando la parte norte de la isla. Las tropas turcas invadieron la isla en 1974, en represalia por un golpe de Estado orquestado por Atenas que buscaba unir Chipre y Grecia. Atenas tiene a 10 mil soldados estacionados en el sur de Chipre y forma a la Guardia Nacional chipriota.
El país heleno también apoya la postura de los dirigentes grecochipriotas en sus conversaciones, hoy en punto muerto, con sus homólogos turcochipriotas, para permitir una unificación de la isla dividida.