ALEPH

El músculo social y la no violencia

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¿Cómo nos ejercitamos en la democracia participativa si no participamos? El voto no es el único mecanismo de la democracia. Nuestra participación en la construcción del país que queremos, se ha de ejercer a diario en nuestros trabajos, en nuestras casas, en nuestros lugares de estudio y, cada vez que haga falta, en nuestras calles. Por eso, las manifestaciones pacíficas que se han llevado a cabo en todo el país han aceitado la musculatura social de Guatemala y deben seguir hasta que las demandas más sentidas de una ciudadanía propositiva y consciente sean escuchadas.

No es el caso de la manifestación para nada espontánea de ayer, que tuvo otras características: mantas con mensajes idénticos en todos los puntos, varias peticiones diferentes a las formuladas en las pancartas de la plaza central, y una forma de manifestación más convencional. Sin duda, estamos en medio de una fuerte tensión social, pero uno de los resultados más evidentes de esta sacudida, es la gestación de un movimiento estudiantil plural que tiene toda la pinta de que llega para quedarse. Esto es fundamental, sobre todo tomando en cuenta lo que dijo ayer el Tribunal Supremo Electoral: la mayoría de votantes en Guatemala son mujeres y personas menores de 35 años. Desde esa perspectiva, estos dos actores son un poder real para el cambio.

También hemos visto una mayor articulación campo-ciudad, lo cual habla de intereses más compartidos y de percepciones que van acercándose. En la Grecia clásica, en la Edad Media o en la Colonia, unos pocos poseían el conocimiento y la información. Hoy, gracias en parte a la tecnología, eso ha cambiado a gran velocidad. Es así que el orden de amos y esclavos planteado por Aristóteles es cada vez más cuestionado desde otras variables. Para los indignados de Guatemala y el mundo, la tecnología ha sido un factor fundamental de organización social y circulación de información. Esto tiene ventajas y desventajas, pero ya no existimos sin ella. Los espacios de participación ciudadana han cobrado anchura y mucha información es de dominio público. Cómo la recibe y la maneja cada quien, es otro tema.

A raíz de las manifestaciones, muchos nos hemos puesto de acuerdo en algunas cosas puntuales como la renuncia de Otto Pérez Molina o la reforma a la ley electoral y de partidos políticos. Pero con el gobierno actual o con uno de transición, seguimos preguntándole a los abogados conocidos cómo vamos a salir de esta crisis, porque una renuncia no es lo único que queremos, sino ciudadanizar la política. Cada uno da respuestas distintas, ya sea porque la amplitud de la ley lo permite o porque, con excepciones, los abogados andan igual de perdidos que el resto de la ciudadanía entre este laberinto jurídico y las demandas ciudadanas. Lo que convendría recordar es que las leyes no cambian realidades inmediatas, sino que promueven transformaciones de más largo plazo. Por eso, es una ilusión la propuesta de reforma desde un Congreso que ha legislado todo el tiempo en contra de la gente y ahora quiere ser el adalid de una acción cosmética que, bien hecha (lo cual es improbable), cobraría vigencia hasta dentro de algunos años.

Esta crisis nos pide una visión de conjunto. Si algunos actores internacionales no han sabido leer las distintas percepciones de realidad que se han expresado desde la sociedad, es que no han entendido que no han entendido. ¿Cuáles son las tres cosas fundamentales y realistas que nos llevarían a la salida “menos peor” en las condiciones actuales? ¿Hay interés de las élites por que se realicen cambios profundos en Guatemala? Momentos difíciles.

El tiempo no juega a nuestro favor y apenas estamos aprendiendo a ejercer nuestra ciudadanía. Seguiremos caminando, hablando, haciendo, proponiendo. En este sentido, me identifico con la no-violencia propuesta por Gandhi como método de lucha social. Por cierto, fue él quien dijo que “ningún gobierno de la Tierra puede hacer que los hombres (y las mujeres) que han logrado la libertad en sus corazones le aclamen contra su voluntad”.

cescobarsarti@gmail.com

ESCRITO POR:

Carolina Escobar Sarti

Doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Salamanca. Escritora, profesora universitaria, activista de DDHH por la niñez, adolescencia y juventud, especialmente por las niñas.