LIBERAL SIN NEO
Coyuntura crítica
No recuerdo quién dijo que la noticia es el primer borrador de la historia y me da curiosidad pensar cómo se verá la actual coyuntura dentro de un cuarto de siglo, en el año 2040. ¿Qué estarán leyendo y aprendiendo en las escuelas y colegios, sobre los sucesos del 2015, que para entonces podrían ser historia y que hoy son noticia? La Línea, la captura de los miembros de la junta directiva del IGSS, las manifestaciones, la renuncia de la vicepresidenta y quién sabe qué más venga en las próximas semanas y meses ¿marcarán un punto de inflexión en la historia de este país? ¿Será visto como el principio del final del modelo político saqueador, extractivo y clientelar que gobierna el país?
Sin duda, Guatemala atraviesa una coyuntura crítica; una serie de hechos y circunstancias que sacuden las creencias básicas, amenazan la comodidad de las élites políticas y cuestionan la solidez de las instituciones. Han quedado al desnudo interioridades sobre cómo el liderazgo político utiliza el poder y las instituciones para su propio beneficio. Queda al descubierto que las instituciones políticas son fundamentalmente extractivas; se busca el poder y se utiliza para extraer rentas para el beneficio ilícito de unos pocos. La población está educada y condicionada para pensar que el gobierno es una fuerza para el bien, que los protege, que promueve el bienestar y el progreso y que esa es su razón de ser. El sistema educativo, las reglas del juego y toda esa edificación de la visión de una sociedad democrática, están construidas sobre la premisa básica de que el gobierno y quienes gobiernan, son una fuerza para el bien. Ahora surge en la población la duda, el desencanto, la indignación y desconfianza, porque esta percepción básica de la fuerza del bien, ha sido violada.
La coyuntura crítica abre oportunidades para el cambio, y la esperanza de muchos es que de la sacudida emerja algo mejor. Pero no puede presuponerse que la coyuntura crítica necesariamente conducirá a una revolución política de la que emerja una primavera de paz y prosperidad. Como señalan Acemoglu y Robinson, “la historia está llena de ejemplos de revoluciones y movimientos radicales reemplazando una tiranía con otra, en un patrón que el sociólogo alemán Robert Michels acuñó como la ley de hierro de la oligarquía”; cambio de jefes y todo sigue igual. Quienes se benefician del statu quo tienen muchos recursos y mucho que perder, están bien organizados, con poder para resistir el cambio y moldear las cosas a su favor. Promoverán cambios cosméticos, llamándoles reformas. No se irán dóciles, y aunque se fueran, hay otros depredadores al acecho para quienes la coyuntura representa una oportunidad para colarse, con piel de oveja democrática.
Lo que pueda emerger de la coyuntura crítica no está determinado por la historia, pero esta pesa. La dirección que tomará el desarrollo institucional en el futuro próximo y mediano dependerá de cuál de las fuerzas en oposición emergerá victoriosa, qué grupos logren formar coaliciones efectivas y qué líderes alcancen a moldear los eventos para darse ventaja. Nada está pre ordenado y todo es contingente. Podrían destaparse más hechos en la línea de La Línea que le dieran vigor a la indignación popular, a la exigencia de rendición de cuentas, y firmeza a la persecución legal con el eventual desenlace donde triunfa “la justicia”. O puede ser como el dolor del amor traicionado; que el paso del tiempo empuje las cosas al olvido.
No tengo respuestas pero sí muchas preguntas.
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