SI ME PERMITE

El discurso agrada al oído

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“En todos los partidos hay elementos que pueden servir: quien rechace imprudentemente esos elementos, perpetuará a los partidos; quien los aproveche con cordura, acabará por disolver los partidos, confundiéndolos en un sistema nacional”. Jaime Luciano Balmes

Hace unos días la ley dio la luz verde para que los partidos políticos hagan su proselitismo y así poder pedir el voto de los ciudadanos en las próximas elecciones, para tener el derecho legítimo de ocupar los diferentes cargos públicos de la estructura del Estado.

Tenemos dos alternativas, la primera y la más fácil, simplemente poner oído al discurso que estarán repitiendo y el cual fue elaborado para agradar a nuestros oídos y distraernos de tal modo que llegamos a emitir el voto en favor de ellos, sin analizar y cuestionar el contenido de lo que oímos y mucho menos analizando la persona su conducta y su manera de ser para evaluar si a la verdad califica para el cargo que está pretendiendo.

La otra alternativa, antes de poner oído al discurso y antes de aceptar los regalos que reparten y, mucho más todavía, antes de creer lo que ofrecen, es observar, reflexionar cuán observador de la ley ha sido el personaje que se ofrece como el candidato más apropiado para el determinado cargo. Sin tener que caer en comportamientos de acusación y mucho menos como jueces, es recordar si a la fecha ha sido observante y cumplidor de la ley. Porque si a la fecha no se ha tomado la molestia de cumplir la ley, el día que esté ocupando el cargo público no solo no cumplirá con la ley, sino lo peor es que se rodeará con otros afines a él y serán un grupo de ciudadanos que no serán ni ejemplo al pueblo ni alineados a las normas legales.

Lo anterior no debe ser razonado en los “pecados capitales” de la moral, sino con elementos de los más sencillos. Si el candidato para hacer manifiesta su popularidad estuvo ensuciando la ciudad, lo seguirá haciendo el resto de su vida. Si ha ocupado todo su tiempo apuntando errores de otros pero nunca admitiendo lo propio, es de entenderse que cuando esté en el poder justificará lo que hace y culpará a otros.

Debemos ser expertos en conocer nuestra cultura y mentalidad de la vida. Eso nos ayudará a estar preparados para prestar atención o no a los candidatos si ya hemos hecho nuestra tarea de evaluar, recordar la conducta de cada candidato, para que de esa manera valoraremos nuestro tiempo ocupado en la política y también evitaremos el fastidio que muchas veces vivimos en tiempos como estos escuchando vez tras vez el mismo contenido y cada vez menos persuasivo. Nuestra conclusión será muy a nivel personal y sin la necesidad de compartirla con terceros: “ni modo, eso lo dice él, pero que lo viva primero”.

Eso nos recuerda el refrán que muchas veces hemos oído, que dice: “predica él y no se convierte” o bien “ofreciendo lo que él necesita”. Si supiéramos usar formalidad en nuestro modo de pensar, dejar que los demás usen sus derechos ciudadanos, y eso no implica que debamos exponer nuestros nervios, lo que debemos exponer es nuestra responsabilidad ciudadana, la que no está para que se discuta, sino que se cumpla.

Si amamos a Guatemala, y sentimos responsabilidad por ella, nuestro voto no es cuestión de imitar, sino estudiado y sopesado, para que mañana no seamos decepcionados. Podemos equivocarnos, pero que no sea por ignorancia y mucho menos por inmadurez.

samuel.berberian@gmail.com

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.