“La economía de China todavía se enfrenta a grandes presiones bajistas”, admitió el Banco Popular en un comunicado.
Ello a pesar de que la de ayer es la tercera reducción de los tipos de interés desde noviembre, que se suma a dos recortes en los coeficientes de caja -el dinero que los bancos no pueden prestar- y a varias inyecciones de liquidez en el sistema bancario.
PROYECCIONES
“No será fácil”, advirtió el primer ministro chino, Li Keqiang, el pasado mes de marzo, cuando anunció el objetivo de crecimiento de alrededor de un 7% para este año.
Ese porcentaje fue el crecimiento que registró la segunda economía del mundo entre enero y marzo de este año, en su desempeño trimestral más pobre de los últimos seis ejercicios.
Un mercado inmobiliario congelado, una actividad industrial a la baja y la reorientación de una economía basada en la inversión a una basada en el consumo que no acaba de despegar explican, en parte, ese bajo rendimiento.
Incluso el comercio exterior, durante años sinónimo de buenas noticias para China, se hunde: en abril bajó un 10.9%, con un desplome del 16.1% interanual de las importaciones y un descenso del 6.2% de las exportaciones, según los datos publicados el viernes pasado por la Administración General de Aduanas.