EDITORIAL
Día negro para el partido oficialista
Ayer fue un día negro para el Partido Patriota, que se convirtió de hecho en una agrupación a la deriva, debilitada al punto que a nadie debe extrañar que haya una muy cercana desbandada de diputados. Es la primera vez en la historia política de Guatemala que al partido de gobierno le pasa algo semejante.
Dos hechos muy serios ocurrieron durante el transcurso del día. Primero, la oficialización de la renuncia del exministro de Comunicaciones, Alejandro Sinibaldi a la candidatura oficial, lo que confirmó el evidente distanciamiento con la vicepresidenta Roxana Baldetti, quien hace pocas semanas debió salir de la secretaría general del partido por incompatibilidad legal en los dos cargos mencionados.
Ante la decisión de Sinibaldi, el PP decidió declararlo traidor al partido. El futuro inmediato del exministro es aún incierto, porque oscila entre su adhesión a otro proyecto y su retiro de las actividades políticas. Pero es un hecho que a él también le afecta el haber renegado hasta ahora de las decisiones y acciones del partido y de la vicepresidenta que a él no le agradaban.
El otro hecho que golpeó al PP es la manera como la vicepresidenta Roxana Baldetti enfrentó la conferencia de prensa luego de su viaje a Corea, a la que fue acompañada por Juan Carlos Monzón, quien se convirtió en un delincuente buscado a escala internacional al ser descubierto como el cabecilla de una estructura delincuencial dedicada a la evasión de impuestos.
Guatemala es un país que se mantiene en crisis. El tremendismo de lo que ocurre en el país constantemente, casi a diario, hace que los terribles acontecimientos duren poco en el interés de los ciudadanos, que en escaso tiempo deben leer y escuchar en los medios de comunicación nuevos hechos, más inverosímiles e increíbles.
Pero lo ocurrido el jueves, de lo cual deriva todo lo demás, provocó una crisis nueva, inesperada y sin precedentes en el país de la eterna crisis: los acusados son autoridades superiores de la Superintendencia de Administración Tributaria, constituye uno de los escándalos más notorios no solo de Guatemala, sino del resto de los países latinoamericanos. No se menciona el primer mundo porque algo así es simple y sencillamente impensable.
Otro factor reciente ayuda a debilitar al gobierno. Se trata de haber autorizado la Fundación contra el Terrorismo Mediático, porque aunque finalmente fue derogada, el mismo hecho de que naciera causó desmedro a la imagen oficialista. Por eso, no queda más remedio que retirar las docenas de juicios por presuntos abusos en la aplicación de la Ley de Emisión del Pensamiento. Algunas consecuencias de esta crisis son predecibles. Otras no. Pero los políticos deben tener plena conciencia del rechazo de los ciudadanos a la corrupción, tema en el que coinciden la totalidad de los países amigos, en especial los donantes y los que pueden tener influencia en el acontecer nacional.