CONCIENCIAVino para quedarse
En enero, el Presidente de la República presentó su informe anual ante el Congreso de la República, destacando los resultados de los primeros dos años de su gestión e indicando que ?el balance es positivo, a pesar de todo, aunque tenemos que reconocer serias limitaciones y hasta retrocesos en el cumplimiento de la misión que nos encomendó el pueblo?.
Con estas declaraciones la población esperó que el Gobierno presentara una nueva estrategia de desarrollo.
Estando por concluir el año, es importante hacer un balance del mismo para evaluar cuáles fueron los avances, y hasta los retrocesos, en materia de desarrollo.
El Gobierno pudo haber tenido muchos desatinos en materia económica y social.
Esperemos que, durante el último año de su gestión, exista una mayor disponibilidad por escuchar diferentes opiniones y evaluar en forma profesional y no política, algunas decisiones.
Pero hay que reconocer los esfuerzos y avances que el Gobierno ha hecho en materia de descentralización de la administración pública.
Después de mucho ir y venir, así como de reuniones con diversos sectores, se concluyó la aprobación de tres normas, que marcan el futuro del país: la Ley General de Descentralización, la nueva Ley de Consejos de Desarrollo Urbano y Rural, y el nuevo Código Municipal.
La aprobación de la trilogía de leyes no ha hecho sino marcar el primer paso hacia la consolidación de un permanente proceso de descentralización nacional.
La ?revolución silenciosa?, como se le ha llamado, está empezando. Además de las leyes, ya se han empezado a aprobar los reglamentos de las mismas, se nombró como ente rector del proceso a la Secretaría de Coordinación Ejecutiva de la Presidencia y se presentó a hace unos días la propuesta de Política de Descentralización al Presidente de la República.
También se ha iniciado una etapa de divulgación de las normas y se dotó de recursos a los Consejos de Desarrollo.
Pero lo más importante está por venir. Durante el 2003 deberá consolidarse el proceso.
Y para ello debemos contar con una nueva visión de nación, no creada centralmente, sino construida con la participación de todos, sin exclusión.
¿Hacia dónde queremos ir con el proceso de descentralización? ¿Cómo queremos ser dentro de 20 años? Sin visión no hay futuro por construir.
Y sin participación no habrá una visión compartida por la cual trabajar.
Si durante este año el diálogo entre Organismos Ejecutivo y Legislativo casi no existió, el próximo año debe ser abierto a la comunicación y a practicar el arte de escucharnos unos a otros.
Para que la descentralización funcione es necesario que todos participemos en el proceso.
La descentralización va más allá de crear leyes y de dotar de recursos y de capacidad de decisión a los Consejos de Desarrollo o a las Municipalidades.
Es re-pensar la forma de administración que ha caracterizado al país. Es fortalecerlo, haciéndolo ?más fuerte y menos gordo?.
Es democratizarlo y garantizar la participación sin exclusión. Adiós a la heredada, empobrecedora y poco eficiente centralización.
Adiós a la burocratización y a la concentración de poder; adiós a la costumbre de concebir los cargos públicos como concentradores de la verdad y de la capacidad.
Bienvenida sea una nueva actitud para gobernar y administrar; bienvenida la apertura a participar y asumir responsabilidades.