Esto porque los contenidos alcanzados en sus tomas denotan una visión fortalecida por valores plásticos adquiridos durante su formación educativa en la ENAP y los recursos relacionados con las aptitudes innatas que poseen.
Con cámaras prestadas, equipo no muy sofisticado, sin facilidades económicas… estos creadores demostraron que con ganas, conocimientos y talento se pueden superar muchas de las asperezas que suelen desinflar las intenciones de otros artífices menos tesoneros.
La experiencia a la que se hace referencia surgió luego de un curso introductorio con el artista Marvin Olivares. El grupo expositor lo integran Edy Ajuchán, Fátima Anzueto, José Bixcul, Josué Chicol, Julia Delgado, Celinda Fuentes, Verónica García, Ivonne García, Omar Ordóñez y Rony Salazar, nombres que según se vislumbra ya, darán otros matices a las iconografías utilizadas por los hoy llamados fotógrafos emergentes.
Aunque los artistas no abordaron una temática definida y en las impresiones se encuentran retratos, elementos urbanos y detalles de múltiples orígenes, hay en lo formal asideros que permiten identificar la unidad de la numerosa colección. No hay que perder de vista, sin embargo, la individualidad que cada uno posee y que se manifiesta con amplitud en los distintos intereses explorados.
Entre lo más notorio se localiza el aprecio desarrollado en el terreno compositivo. En cada toma el objeto adquiere su lugar preponderante facilitando así lecturas llanas, sinceras, desprovistas de recovecos. En éstas, los elementos se dimensionan como parte de universos concretos: cementerios, basureros, ferias, el entorno urbano, rural o el marginal, para luego tomar su espacio dentro del esquema artístico construido por cada cual.
Si intervienen en la imagen es en relación directa con la intención de destacar determinadas formas que a su vez, ya en el papel, se convierten en patrones llenos de texturas y figuraciones repetitivas -diferentes en cada fotografía- que brindan la ilusión de secuencias. Aprovechan, en estos casos, elementos cotidianos que al ser enfocados con el interés creativo se trasforman en nuevos lenguajes plásticos.
El conjunto destaca, además, por una excelente museografía planteada por los mismos estudiantes. En el montaje aprovecharon con sabiduría las paredes y el piso del local (ubicado en la ENAP) y crearon una nueva ilusión óptica que es válida dentro de los conceptos actuales para el montaje de una muestra, muy en concordancia con lo que exponían. Con esta exhibición, además, se estrenó el recién habilitado sistema de luces donado por la Asociación de Artes Visuales a la octogenaria institución.
Muestras como la reseñada son las que abren la posibilidad de darle nueva vida a la Sala Nacional de Exposiciones ?Enrique Acuña Orantes? y convertirla en foco importante del quehacer artístico guatemalteco.
