Vida

El vagón

El trabajo de Igal Permuth se apoya en un sistema profesional

El nombre de este programa surge de distintas necesidades de expresión relacionadas con el trabajo creativo del fotógrafo Igal Permuth.

Su génesis, lo que proyecta, es el reflejo de las inquietudes que lo han formado y entre las que cabe mencionar sus intenciones de preservar la cultura artística contemporánea. Tarea nada fácil ya que la maquinaria para producir cada presentación se convierte en una actividad titánica por los escollos que se tienen que sortear para llevarla a buen término.

El Vagón es atractivo por múltiples razones. Entre ellas hay que listar que se transmite, entre otras vías, en un canal de cable internacional. Esto facilita que los productos artísticos puedan ser entendidos por otras culturas del área, rompiendo fronteras que en el pasado han sido difíciles de traspasar.

 

El vagón también cuenta con la experiencia de haber filmado en el extranjero, lo que viene a trazar un diálogo entre creadores de distintas latitudes. En ambos casos las comunidades de artífices se fortalecen al encontrar sus puntos de encuentro e individualidad.

Por lo mismo este programa se transforma en una mesa redonda que se enriquece con los distintos puntos de vista que, haciendo un amplio glosario, permiten acceder a la globalidad en el arte.

Cada edición abre y cierra con la premisa de que el programa guarda una sorpresa. Expectativa que se cumple en tres segmentos de aproximadamente diez minutos cada uno que van desvelando, para neófitos y entendidos, las distintas interioridades de los trabajos elegidos.

Cada transmisión abarca aspectos formales expresados primeramente, salvo excepciones, en la voz de sus protagonistas. Visión que se ve complementada con el comentario analítico de Permuth y de por lo menos otros dos especialistas de la materia que se esté tratando.

Este acercamiento facilita la proyección del proceso de comunicación comprendido en cada objeto artístico, por lo general en un lenguaje que llama la atención del no entendido y que atrapa la de todo aquel que posee interés en este tipo de cortometrajes.

Lo que diferencia a El Vagón de los intentos fallidos que realizaron en el pasado otros canales locales es que el trabajo de Igal Permuth se está apoyando en un sistema profesional que él supervisa paso a paso.

Esto le ha permitido una evolución rápida que, sin romper sus esquemas más importantes, crea dinámicas que van puliendo el contenido. Visión que incluye la correcta administración de los costosos procesos de producción y posproducción de los 30 minutos semanales, cada miércoles, que se trasmiten al público televidente.

También es importante puntualizar, ya para finalizar, la pluralidad que Permuth está manejando en la selección de los creadores y sus productos artísticos. Camino que lo ha llevado a documentar el trabajo de los emergentes y ha resaltar valores que ya se han establecido y que son germen del que parten todas las disquisiciones en el presente.

El Vagón, es en resumen, una fuente educativa de gran valor.

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