CABILDO ABIERTOEl año uno
Han transcurrido 370 días desde los atentados terroristas en Nueva York y Washington y la amenaza de guerra aún no se conjura. Ha sido un año en el que hemos vivido en peligro, preguntándonos cuál será el destino de una humanidad atrapada entre el terrorismo y el contra terrorismo.
El terrorismo es una aberración inexcusable; constituye una manifestación de violencia irracional, sin más perspectiva que la destrucción y la muerte. El peor de sus efectos -además del dolor y el odio- es que engendra una fuerza, aparentemente opuesta, que es igualmente demencial: el contra-terrorismo.
El riesgo reside en que la sociedad planetaria se suma en una guerra devastadora entre estos dos polos negativos.
Una de las principales diferencias entre el terrorismo y la civilización radica, precisamente, en dos concepciones diferenciadas del uso de la violencia. Para los terroristas, el fin justifica la destrucción y la muerte indiscriminadas; para las sociedades evolucionadas, el uso legítimo de la violencia está normado y se justifica, en casos extremos, para preservar a la humanidad, no para destruirla. El mayor daño que pueden hacernos los extremistas es arrastrarnos por el despeñadero de la aniquilación, el odio y la venganza.
Este es el debate que se acaba de librar en la última Asamblea General de la ONU, en la que privó el criterio de que toda acción internacional debe ceñirse al derecho internacional, para que goce de la legitimidad y la legalidad necesarias.
La postura de EU significó una rectificación importante, pues el presidente George W. Bush pospuso acciones unilaterales de su Gobierno, a la espera de que el Consejo de Seguridad logre una efectiva verificación sobre la existencia o no de armas atómicas en Irak.
El riesgo de un ataque unilateral de EU contra Irak -con sus devastadoras consecuencias mundiales- ha sido tan real, que el Secretario General de la ONU pronunció uno de los discursos más enérgicos que se le hayan conocido en su trayectoria diplomática, con claras alusiones a los países involucrados: ?Hablo hoy ante ustedes en mi calidad de multilateralista por precedente, por principio, por amor de la Carta y por obligación.
Creo también que todo gobierno que esté empeñado en el imperio de la ley en su propio país debe también estar empeñado en el imperio de la ley en los demás. Para todos los Estados es ciertamente conveniente y necesario hacer valer el derecho internacional y mantener el orden internacional?.
?Lo mismo cabe decir con mayor razón aún de la prevención del terrorismo. Cada Estado puede defenderse contraatacando a los grupos terroristas y a los países que los amparan o apoyan. Pero sólo la vigilancia y la cooperación concertadas de todos los Estados y el intercambio constante y sistemático de información ofrecen esperanzas reales de privar a los terroristas de la oportunidad de actuar.
En todos estos campos, ningún Estado, grande o pequeño, puede optar por seguir o rechazar la senda del multilateralismo simplemente por razones de conveniencia política. Las consecuencias van mucho más allá del contexto inmediato?.
El firme discurso de Anan marcó la tónica de la Asamblea General y dejó sentado que, en un mundo globalizado, el multilateralismo es la única opción viable para una convivencia internacional que aspire a ser legítima, legal y medianamente civilizada.
La respuesta de Bush fue muy hábil, pues puso la pelota en la cancha de la ONU, planteó un compás de espera para ver si cumplen con sus funciones, y se reservó el derecho de una acción unilateral si no actúan. En otras palabras, la ONU será puesta a prueba, y el fantasma de la guerra está lejos de haber sido conjurado.
Nadie que tenga dos dedos de frente puede ignorar que en el diferendo entre EU e Irak, además del enfrentamiento político e ideológico, está en disputa el segundo yacimiento petrolífero del mundo, y la hegemonía israelí en el Medio Oriente.
Por ello, Anan recordó que la paz mundial también está amenazada por el conflicto palestino-israelí, por el latente enfrentamiento nuclear entre India y Pakistán, por el abandono de Afganistán y por el hambre y la pobreza que sufren tres cuartas partes de la humanidad.
Durante los próximos meses se verá si el concierto de las naciones opta por la fuerza de la razón o por razones de fuerza; de nosotros, inclinarse por una u otra opción depende de nosotros, los seres humanos con libre albedrío.