Llegó al país a finales de los años treinta. Parte de su educación, por lo tanto, se efectuó dentro de los límites del gobierno de Jorge Ubico, la década del 44 al 54, y la experiencia desarrollada en el medio hasta el año de su muerte. A todo esto hay que sumarle la formación adquirida por el lado materno, que era poseedor de una vasta cultura (Arteria, mayo 1996).
Su nombre está ligado al de personalidades como Daniel Schafer, Efraín Recinos y Luis Díaz por múltiples lazos artísticos que tomaron forma, en los años sesenta, a través de la galería DS. Sus numerosas críticas y análisis del acontecer plástico del período se publicaron en catálogos, revistas y en el vespertino El Imparcial.
Como promotora de arte, su mejor fruto lo encontró en Francisco Tún, a quien descubrió en un certamen en 1969. A partir de ese momento se convirtió en lazarillo de Tún y le facilitó la entrada a espacios como las galerías del Instituto Guatemalteco Americano, la Alianza Francesa, el Instituto Italiano de Cultura, la Facultad de Arquitectura de la Universidad de San Carlos, Macondo, Vitorios y la Sala Nacional de Exposiciones Enrique Acuña Orantes. Todas en un lapso de poco más de tres años.
La Revista Alero (mayo-junio 1974) anotó que Edith Recourat creía en el arte que se identificaba con su realidad y buscaba la libertad de la comunicación, pero también en esa otra concepción del artista que era anunciado por la tecnología y la ciencia contemporánea, dualidad que la hizo apreciar las producciones de algunos creadores tan disímiles como los que actuaban dentro del panorama creativo de los años cincuenta, sesenta y principios de los setenta.
Edith Recourat pensaba que la obra hacía participe al público de ?una belleza, una verdad, una visión de significado universal? y que esto implicaba, ?además de tomar en cuenta su calidad, originalidad y belleza intrínsecas, considerarla en relación espiritual y formal con la esencia de la época, con lo que contiene, refleja o hace presentir de nuestro destino colectivo, no en términos de gusto o de sentimiento…sino en función de las esperanzas, inquietudes y angustias resultantes de la mutación actual y de sus factores de increíble trascendencia que? pueda palparse ?en todos los ámbitos de la actualidad? (El Imparcial, 22 de enero de 1969).
Entre sus escritos críticos en El Imparcial se pueden listar ?El Tecún de Dagoberto y la Cabecita de Oscar Barrientos? (24 de junio de 1961), ?La Nueva Revolución Francesa? (13 de julio de 1968), ?El Extraño Caso de Von Zimmerman? (6 de noviembre de 1969), ?José Francisco Tún? (12 de octubre de 1970), ?Los Caminos de la Libertad? (28 de febrero de 1970), ?Estampas de Chimaltenango? (5 de junio de 1972), ?La Colección Gody? (25 de mayo de 1973).
En el presente su trabajo continúa siendo objeto de discusiones y es que, tal y como se anotó en el artículo de la semana pasada, los críticos de arte nunca han sido bien recibidos en Guatemala.
