También he leído algo en la prensa digno de formar parte de una excelente novela picaresca. Sucedió en un pueblo español, donde un jubilado daba de comer de su magra renta a su hermana, sus sobrinos y hasta, a veces, a sus amigos. Cuando aquel rentista murió, todas estas personas se hubieran quedado sin sustento. Entonces acordaron enterrarlo sin su dedo gordo. Cortaron el dedo del difunto para ?firmar? recibos. De esta forma siguieron cobrando durante tres años más el dinero del difunto analfabeta, al que mantenían ?vivo? con sus huellas digitales en el refrigerador.
La corriente literaria que más se asocia a la literatura española es la picaresca.
Camilo José Cela, el premio Nobel, es un autor profundamente español, aunque era medio inglés en cuanto a su sangre. Este premio Nobel, de temperamento libidinoso, ha publicado obras de corte inconfundiblemente picarescos, por ejemplo, la célebre novela ?La familia de Pascual Duarte?.
Sigue su tradición de la picaresca española en ?Cachondeos, escarceos y otros meneos?, con el uso estrambótico o abuso de malas palabras, que los españoles llaman ?tacos? o palabrotas de intención libertina.
Preguntado el propio Cela por su faceta mal hablada, comentó que él procuraba frenar la vena picaresca, que predomina en muchos de sus textos, tanto narrativos como ensayísticos. Pero por lo visto no ha logrado domar sus groserías, diciendo ?yo he preocupado escribir cómo se habla. A mí me cuelgan el sambenito con los ?tacos?, y en todo caso creo que estoy por debajo de la media española. Soy uno de los españoles menos mal hablados que hay. Los ?tacos? tienen que estar en su sitio y cuando uno de mis personajes lo requiere, tengo que hacérselos decir?.
Así es como Camilo José Cela ha convertido sus obras en una orgía del lenguaje, con los ?tacos?, y representa la literatura picaresca contemporánea. Sus personajes son mal hablados y para ser más exactos Cela pone palabrotas en muchas páginas, contando sus vidas de erotismo esencialmente mal hablado, ?por que los ?tacos? tienen que estar en su sitio?, y han sido la ley de Cela.