La primera se conoció como la Gran Exposición del Trabajo y la Industria de todas las Naciones, llevada a cabo en Londres en 1851. Esta marcó, apunta Erika Bornay (profesora de Historia del Arte), un verdadero hito en la historia de la moderna arquitectura, debido a la introducción de estructuras de hierro, vidrio y elementos prefabricados construidos en serie que fueron utilizados como recurso en las posteriores reuniones para albergar los productos de las delegaciones participantes. Éstas cambiarían el concepto funcional de los inmuebles públicos y traerían una nueva visión que permitiría abaratar la construcción y admitir la utilización de elementos visuales atractivos.
De todas las exposiciones universales, suele ser considerada como la más importante la de París en 1889, año del centenario de la Revolución Francesa. En esta edición se presentó como una estructura provisional la Torre de Eiffel (la cual se convirtió en símbolo nacional desde ese momento). En la exposición anterior (1878) se había enseñado al público la Estatua de la Libertad, de la cual había sido expuesta ya la cabeza y un brazo.
?Sin embargo -dice la autora ya citada- donde realmente se concretó esta nueva sensibilidad arquitectónica fue en la sociedad estadounidense, en continuo desarrollo a consecuencia de una dinámica y voraz industrialización. La llamada escuela de Chicago, situándose a la vanguardia internacional con la aplicación de sus nuevas teorías, basadas en el funcionalismo (la forma sigue a la función), iba a adoptar en el campo de la arquitectura revolucionarias decisiones que, en el Viejo Continente, tendrían que aguardar hasta los albores del nuevo siglo?.
Aquellos hombres y mujeres del siglo XIX descubrieron en las Exposiciones Universales y algunas de sus réplicas regionales, un mundo cambiante en el que la electricidad, la medicina, la industria, el arte y otras áreas de la actividad humana, preconizaban un modernismo que se hacía ya patente en el pensamiento de la época. Exposiciones en las que países como Guatemala presentaban lo mejor de su producto agrícola, los recientes hallazgos arqueológicos o la modalidad del café soluble.
No será si no hasta en 1893, en la Exposición Colombina de Chicago, que Guatemala lleva algunas obras de arte contemporáneo entre las que destacaron los trabajos de imaginería de Juan Ganuza (muerto el 1 de agosto de 1893) quien participó con una escultura de la Virgen de la Piedad de características muy singulares. El edificio en el que se instaló la delegación guatemalteca fue convocado en concurso por el presidente José María Reyna Barrios entre los arquitectos activos en el país. En el siglo XX, Guatemala se presentaría en las exposiciones de Sevilla de los años veinte y la de 1992 para conmemorar el quinto centenario del descubrimiento de América. De la primera queda la constancia del edificio forrado de azulejos utilizado como sala de exhibiciones.