En una entrevista, ahora como consultora de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales, Asies, Zelaya analiza el proceso de paz.
A cinco años de la firma del acuerdo de paz, a su criterio ¿qué importancia le ha dado este gobierno a su cumplimiento?
– Mencionaría con preocupación que fue a catorce meses, en abril de este año, cuando se hizo el acto público de recalendarización de los compromisos.
Fue un acto muy importante, con la concurrencia de los tres presidentes de los organismos de Estado, comunidad internacional y sociedad civil. Pero ya me parece que da un referente del tiempo que se tardó el Gobierno en revisar el proceso en su conjunto.
El otro tema es el manejo tan desafortunado que se hizo del Pacto Fiscal, necesario para que pudiera dotarse de recursos al Estado, para cumplir los compromisos. Con esos dos referentes muy específicos, creo que el panorama es en esencia desalentador.
¿Cuál cree que es la razón por la que el FRG no le ha dado importancia a los acuerdos?
– Su misma problemática interna, que a casi dos años no logra definir un plan realmente compartido por el Gabinete y el partido. No hay un liderazgo único. Todo ese proceso interno de luchas entre facciones dentro del gobierno son sólo una pérdida de energía y de tiempo, y no se dan resultados hacia adelante.
No hay posibilidad de avanzar en nada si usted tiene dos años de estar en dificultades internas. Ahí sí que pasamos de 36 años de enfrentamiento armado interno a un enfrentamiento políticamente interno en el gobierno, que hace que los avances sean difíciles.
Sectores de la sociedad guatemalteca aseguran que ha habido retrocesos en el proceso de paz, ¿está de acuerdo con ello?
– Los retrocesos son procesos que venían en marcha, como la parte de interlocución de las organizaciones indígenas con el Gobierno. Es cierto, nunca como hoy hubo indígenas en puestos importantes en el Gobierno, pero nunca como hoy estuvo deteriorada la relación entre el Gobierno y las organizaciones indígenas.
Era una necesidad sentida en los acuerdos, el que el Estado tuviera hacia estas organizaciones el trato de temas de intereses indígenas que llevaran a definir propuestas y políticas públicas. Eso está perdido.
Otro asunto es la movilización de 25 mil mujeres que generó el Foro de la Mujer, un movimiento impresionante, reconocido por la comunidad internacional; hoy está desarticulado.
En el tema de inequidad, el Gobierno no ha tomado medidas, simplemente con discursos ha acentuado la polarización entre ricos y pobres. La inequidad no se supera y no se crean condiciones de diálogo y procesos más incluyentes para generar inversión y empleo.
¿Qué opina del fortalecimiento del poder civil y el nombramiento de un militar en Gobernación?
El tema de fortalecimiento del poder civil también está desarticulado en la intencionalidad de que los mandos militares fueran circunscritos a una función específica de Ejército en tiempos de paz. Mientras, hay tránsitos de 24 horas del Ministerio de la Defensa a Gobernación.
El principal fracaso de los acuerdos de paz es no haber logrado en la sociedad en su conjunto el apropiamiento de los alcances que tienen. La agenda de la paz es sin duda la senda que el país tiene que recorrer para ser moderno, desarrollado y solidario.
Respecto del Ejército, ha generado muchos comentarios el incremento de presupuesto, mientras los acuerdos de paz hablan de reducir el gasto para las fuerzas armadas.
– Si se pudiera decir que se trabaja en la profesionalización y formación del Ejército, es indudable que hay requerimientos sentidos. Pero aquí viene el tema de prioridades. El presupuesto de Salud y Educación no ha recibido ese mismo trato.
A mi juicio, uno de los desatinos más grandes es la conducción de la educación. El esfuerzo fallido de alfabetización, demagógicamente empleado porque Conalfa debe alfabetizar por mandato Constitucional.
La refacción escolar, los libros de texto atrasados, las becas concedidas en octubre. ¡Qué clase de educación es esa!
¿Qué diferencias señalaría usted entre el gobierno anterior y éste respecto del tema de la paz?
– Puedo mencionarle que se aprobaron 26 leyes en la administración Arzú, todas emitidas en el espíritu y la letra de los acuerdos de paz. Esas leyes incluyeron la SAT, la conversión de Bandesa en Banrural y la creación del Fondo de Tierras.
En el actual gobierno mucha de esta legislación ha sido modificada pero para trastocarla. El primer ejemplo es la modificación que se hizo para permitir que el director de la academia de Policía no fuera de ésta.
Se aproxima una reunión con el Grupo Consultivo, como una oportunidad para conseguir recursos. Con el panorama que pinta ¿qué le espera a Guatemala?
– El Grupo Consultivo en febrero es una oportunidad muy importante, porque es ocasión de tratar una agenda seria con la comunidad internacional. En el tema de los recursos no deben hacerse cuentas muy abultadas. La comunidad internacional no deja de estar fatigada del apoyo y acompañamiento.
El problema de corrupción, con el de la impunidad. Todo esto hace que los fondos sean dotados en menor medida.
Después de este análisis ¿qué panorama vislumbra?
– El panorama guatemalteco es poco alentador. Lo primero son condiciones mínimas internas de diálogo, porque es una sociedad muy polarizada. Pero hay que ser optimistas, se debe ver la agenda de paz como una agenda nacional.