Cabildo abiertoLos mil y un demonios

VÍCTOR FERRIGNO

|

Ayer, como todos los años, la ciudadanía volvió a quemar al cachudo; me refiero a satán, a belcebú, a mefisto, al mero diablo, no a alguno de los políticos cornudos que les encanta armar infiernillos en el Gobierno. El viernes, dando cauce a una añeja tradición católica, lo quemaron a la hora del ángelus.

Muchos ciudadanos aprovecharon la ocasión para chamuscar muñecos representando a los mil y un demonios que nos tienen condenados a sufrir la tortura de la corrupción, la impunidad, la incapacidad, el cinismo, la militarización y el hambre.

Aparejada a esta vieja y contaminante tradición, desde hace dos años he escrito mi primer artículo del mes de diciembre haciendo un contrapunto entre la realidad nacional, cada vez más endemoniada, y la costumbre de intentar exorcisar nuestras casas quemando basura. En esta ocasión, todo indica que la basura se acumuló en cantidades industriales, y que los fuegos serán de antología.

Como ya he relatado, desde mi niñez me pregunto si tiene sentido quemar al diablo, siendo ese su elemento; para mí equivale a querer ahogar un pez en el agua, o pretender matar a un pájaro lanzándolo al vacío. Los misterios de la religión siempre me han sido incomprensibles, aunque ya no me preocupo por descifrarlos; sobre todo después de que descubrí que fueron inventados para confundir, para alienar.

Hace unos siete siglos, Dante Alighieri -en su obra cumbre, La Divina Comedia- intentó explicarse, desde la perspectiva del Creador, el infierno, el purgatorio y el paraíso. Voltaire, refiriéndose a Dante, lo define a la perfección cuando nos dice que ?los italianos lo llaman divino; pero es una divinidad oculta; pocos entienden sus oráculos; pero su fama se mantendrá siempre porque nadie lo lee?.

Continuando con la tradición de esta época del año, y siguiendo a Dante, quien dividió el infierno en círculos, intentaré descifrar algunos oráculos del averno en que se ha convertido la política nacional.

En el primer círculo de las tinieblas se encuentran sumidos los diputados del FRG, desde que tomaron posesión.

Si bien fueron exonerados judicialmente por el denominado Guarogate, la opinión pública los condenó políticamente; por si esto no fuera suficiente, cuanta ley tocan provocan un verdadero pandemonium, como la intención de aprobar las leyes financieras sin mayoría absoluta, o pretender aprobar una Ley de Investigación Criminal plagada de ilegalidades, o el diabólico intento de limitar la libertad de prensa mediante una ley de colegiación obligatoria.

Por su ceguera, están enfrentados con las instituciones y organizaciones del sector de Justicia, con los activistas de Derechos Humanos y con toda la prensa.

Tanta soberbia e incapacidad han desvirtuado el objetivo y las funciones del Legislativo, pues, de ser el ente fiscalizador por excelencia, pasó a ser un organismo estatal al que hay que estar auditando políticamente, para que no viole la Constitución.

En el segundo círculo del tártaro yacen los militares que torturaron y asesinaron a los habitantes de la Comunidad de Dos Erres, en el Petén. El actual Gobierno reconoció ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos la responsabilidad del Estado guatemalteco en la masacre, y los familiares de las víctimas comenzaron a ser indemnizados el jueves pasado.

Lamentablemente, casi al mismo tiempo que se inició el resarcimiento económico del crimen, el presidente Portillo nombró al general Arévalo Lacs como ministro de Gobernación, a pesar de que está sindicado de tener responsabilidad en la masacre de Dos Erres.

En el tercer círculo del orco duermen los dirigentes de la URNG, quienes literalmente han mandado al diablo a sus bases sociales, sus principios y su futuro político. Luchas intestinas, falta de perspectiva política, carencia de recursos y de credibilidad, y una paupérrima gestión legislativa son algunas de las causas que los han sumido en una fosa que ellos mismos cavaron.

En el cuarto círculo de la perdición están sumidos aquellos empresarios desalmados que han mantenido un régimen económico profundamente injusto, que hoy día se traduce en la hambruna existente en 49 municipios, agravada por la incapacidad gubernamental.

Son muchos los círculos satánicos que haría falta enumerar y no tengo espacio, pero seguramente en uno de ellos podemos terminar todos los guatemaltecos si no nos ponemos las pilas defendiendo nuestros derechos, nuestros principios y nuestro honor, pues ya estuvo bueno que de enero a diciembre nos vaya como los mil y un demonios.

ESCRITO POR: