Aún así, entre cartones, plásticos y restos de adornos navideños dejados por centenares de vendedores, había quien buscaba uno que otro ?tesoro?.
Un palito, dos palitos, tres palitos… hasta 30 piezas de madera recolectó ayer Victoria de Hernández, para calentar las frías noches que se avecinan.
?Vivo del otro lado de la calle, y cada año cuando todos se han ido vengo aquí, porque siempre hay algo que se puede aprovechar?, comenta.
Este año, sin lugar a dudas, su mayor hallazgo ha sido un saco lleno de serrín. ?Qué bien me va a venir?, expresa mientras levanta una pieza de duroport. ?A ver qué me encuentro?, añade.
Los tres pequeños
Jonathan, Freddy y Wilson, hermanos de 9, 7 y 5 años, son unas de las pocas personas que aún permanecen en los campos del Roosevelt.
A pesar de que la mayoría de familias -que han convivido día y noche durante casi 4 semanas- se fueron el 24 de diciembre, algunos decidieron quedarse un poquito más, ?por si hay alguna venta de última hora?, dice Jonathan.
?Ahora, sólo vamos a vender cohetillos, porque ya nadie quiere serrín o pastores. El 2 de enero nos vamos?, indica. Ese día recogerán sus bártulos y regresarán a la colonia El Limón, zona 18.
Hasta entonces, los tres pequeños, emulando intrépidos y veloces futbolistas, recorrerán de arriba a abajo los campos del Roosevelt, no detrás de un balón, sino buscando ?algo bello?.
?Todavía no he encontrado nada que me guste?, se lamenta Freddy.
Hasta el año que viene
Pieza por pieza, Cristina Paz y su hija Lilian embalaban ayer cuidadosamente con papel de periódico pastores, buyes y un sinfín de figuras de nacimiento.
Por esta Navidad, la venta terminó. Ahora, sólo queda esperar once meses para que los adornos se expongan de nuevo. ?Si Dios nos tiene con vida?, añade Cristina.