Tan sólo un número reducido goza de vacaciones, aguinaldo y bono 14. En caso de enfermedad, las puertas del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, IGSS, no están abiertas para ellas.
Son hasta 240 mil mujeres en todo el país cuyo trabajo legalmente no es reconocido, aunque es vital.
?Muchacha, sirvienta, doméstica ?la de adentro? o ?cholera? son algunas de las formas, a veces despectivas, con que se les denomina?, refiere Imelda Hernández, directora del Centro de Apoyo para las Trabajadoras de Casa Particular, Centracap.
Ella y cientos de mujeres a quienes asesora prefieren ser nombradas con respeto ?trabajadoras de casa particular?.
Las condiciones en que desarrollan sus labores llamaron la atención recientemente en EE.UU., cuando Rosa Isabel García, en nombre de Centracap, recibió el principal reconocimiento de la entidad humanitaria Human Right Watch, HRW.
Mucho trabajo y poca paga
Jacinta tiene 22 años y apenas sabe leer y escribir. Su jornada comienza a las 6 horas y concluye a las 22. Atiende a una familia de clase media en la zona 7, la cual está compuesta por tres niños menores de edad y los padres de éstos.
Por Q700 al mes prepara tres tiempos de comida, asea la casa, y lava y plancha ropa. Su descanso comienza al mediodía del sábado y concluye a las 20 horas del día siguiente.
Algunas de sus amigas, a quienes conoció un domingo cualquiera en la Plaza de la Constitución, han sido despedidas por quedar embarazadas. ?Así ya no sirven?, les han dicho sus patronas, comenta.
Casos como el descrito se repiten en zonas residenciales capitalinas, donde hasta 40 mil mujeres no mayores de 40 años se ganan la vida como ?domésticas?.
San Marcos, caso extremo
Si en la capital las trabajadoras deben lidiar con situaciones adversas, en San Marcos es peor, según un estudio que hizo Centracap el año pasado.
En ese departamento, la edad en que es contratado el personal de apoyo doméstico es de entre 12 y 17 años.
Pese a que los salarios mensuales no rebasan los Q350, las adolescentes sólo tienen derecho a tres horas semanales de tiempo libre, fuera de la casa donde están empleadas.
?Van al parque de la cabecera de las 3 a las 6 de la tarde del domingo?, explica Hernández. En resumen, añade, no tienen día libre ni prestaciones de ley.
Casos excepcionales
Berta Cacao, una cobanera de 40 años, llegó a la capital en 1984. Dice que sus labores no son ?tan duras?, aunque su jornada inicia a las 7 de la mañana y concluye 12 horas después. Gana Q800 mensuales, con derecho a descansar sábado y domingo.
Además, desde hace seis años tienen una patrona que nunca le ha fallado en el pago de aguinaldo y bono 14, además de concederle vacaciones anuales. Satisfecha, refiere que tiene su propia habitación y que ha estudiado hasta tercero básico.
Con 20 años de edad, Margarita Castro abandonó Totonicapán hace tres décadas para trabajar en casa particular. En la actualidad, se dedica a laborar ?por día? en diversos hogares, lo cual le reporta ingresos mensuales de entre Q1 mil y Q1,500.
Antes de tomar la decisión de ?independizarse? sufrió discriminación, por ser indígena y usar su traje tradicional.
Tanto Cacao como Castro aseguran ?tener conciencia?, lo cual les ha posibilitado lograr mejoras laborales. Coinciden en que no buscan enfrentar a quien las contrata, sino promover sus derechos.
En busca de protección legal
Para corregir ilegalidades contra las trabajadoras de casa particular, Centracap presentó al Congreso en marzo de 1999 una iniciativa de ley de Protección Social al Trabajo de Casa Particular.
No obstante, los parlamentarios panistas la archivaron, y la actual mayoría eferregista no quiere quitarle las telarañas.
Durante los primeros meses del 2002, anuncia Hernández, tienen planificado pedir al Legislativo que reforme el Código de Trabajo.
?Vamos a cabildear con los diputados hasta lograr nuestros objetivo, pues queremos que nos pongan atención y nos respeten?, puntualiza.
Premio: Desempeño
Luego de doce años de labores, el Centro de Apoyo para las Trabajadoras de Casa Particular, Centracap, recibió el 7 de noviembre su mayor reconocimiento internacional.
Ese día, Rosa Isabel García, en nombre de la junta directiva de Centracap, agradeció la distinción anual de Human Right Watch, HRW, en Nueva York, Estados Unidos.
HRW efectúa labores humanitarias en diversos países de cuatro continentes y es una de las agrupaciones más reconocidas en todo el globo, junto con Amnistía Internacional.
Mientras, Centracap es la única institución privada guatemalteca que desde septiembre de 1989 procura capacitar a trabajadoras de casa particular.
Su centro principal está en la capital y cuenta con una subsede en San Marcos. Además, es parte de la Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadoras del Hogar, donde están representadas mujeres de 13 países.
Al anunciar el reconocimiento, Judith Sunderland, de la división de derechos de la mujer de HRW, enfatizó que ?Rosa Isabel García y Centracap luchan por el derecho de decenas de miles de mujeres en Guatemala de trabajar en un ambiente digno y de respeto?.
HRW resaltó que las empleadas guatemaltecas trabajan en condiciones adversas ?en parte, por la pobre regulación laboral y porque son especialmente vulnerables al acoso sexual?.
Para Imelda Hernández, directora de Centracap, ?el galardón de HRW es por miles de mujeres, en particular indígenas, que laboran en condiciones adversas y sin reconocimiento social?.