Pero, ¿cuándo ha sido el asesoramiento financiero el que ha disminuido, exacerbado o incluso creado esta desaceleración?
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Auge o decadencia: qué nos dice la cultura de los avatares de la economía
A lo largo de los años, una crisis financiera tras otra ha arruinado, o beneficiado, a quienes se han visto atrapados en ella.
Robert Redford interpretando al misterioso millonario Jay Gatsby en la película de 1974, basada en la novela de F. Scott Fitzgerald, sobre la que el crítico literario Harold Bloom escribió: El gran Gatsby tiene pocos rivales como la gran novela americana del siglo XX. (Foto Prensa Libre: Getty Images)
Investigadores de las universidades británicas de Southampton, Edimburgo, Lancaster y Manchester, financiados por el Arts and Humanities Research Council, han explorado la historia del asesoramiento financiero y su representación en la cultura. Los resultados son parte de un curso gratuito en línea.
Nicky Marsh, investigadora principal del proyecto y especialista en representaciones del dinero y del mercado en la ficción y la cultura británica y estadounidense, seleccionó algunos ejemplos de arte y literatura para los lectores de la BBC y a continuación explica qué nos cuentan.
La burbuja del mar del sur
El fracaso de South Sea Company fue la crisis que le dio forma a nuestra comprensión de los peligros de las burbujas especulativas.
Sin embargo, muchas de sus representaciones satíricas se centran en los engaños de los involucrados y hablan de una profunda desconfianza hacia la profesión financiera emergente.
La caricatura “The Bubblers bubbl’d o The Devil Take the Hindmost” (algo así como “Los burbujeros burbujeados o El diablo se lleva al postrero), por ejemplo, muestra una escena en la Bolsa en la que se pasan certificados de acciones que caen desde arriba en una danza enloquecida de la que no pueden liberarse, y en la que la única opción es tratar de venderleesos papeles sin valor a alguien más tonto que ellos.
Los inversionistas en la década de 1720 confiaron en especuladores, rumores, amigos y familiares para su asesoramiento financiero.
Literatura para fraudes
Incluso cuando el género del asesoramiento financiero aparecía ya en columnas de periódicos y guías, no siempre era digno de confianza.
El auge financiero de la década de 1820 proporcionó a los inversores una gama vertiginosa de nuevas inversiones, especialmente aquellos con un apetito por las aventuras imperiales.
Los manuales de asesoramiento financiero, que para ese entonces existían, advirtieron conservadoramente contra estas inversiones, por lo que nuevos escritores llenaron el vacío.
Surgió un género especulativo de asesoría financiera, uno que hablaba de las riquezas incalculables que prometían los nuevos descubrimientos, innovaciones y tecnologías. Uno de los ejemplos más notorios fue “Esquema de la costa de Mosquito” de 1822 de Thomas Strangeways.
El libro fue escrito por el soldado y aventurero Gregor MacGregor, pero su brillante relato sobre los recursos y el clima de la nueva nación de Poyais era completamente fraudulenta.
Estaba dirigido principalmente a los colonos que esperaba atraer a su utopía, pero MacGregor usó el libro también para respaldar sus esfuerzos para obtener un préstamo de Poyais en el mercado de Londres y logró recaudar más de £50.000 de ese entonces antes de que se expusiera la estafa.
Los Brontes y la manía ferroviaria
Reino Unido enloqueció por las acciones ferroviarias en la década de 1840.
En su casa parroquial de Haworth, las hermanas Bronte -Charlotte, Emily y Anne- heredaron acciones en el ferrocarril de York y North Midland.
Las cartas de Charlotte revelan cómo las hermanas lidiaban con el mercado.
Emily se hizo cargo de sus inversiones, “leyendo cuidadosamente cada párrafo y cada anuncio en los periódicos relacionados con las vías férreas”. Pero la prensa, llena de entusiasmo por los ferrocarriles, no dio el mejor consejo.
Charlotte quiso vender antes de que fuera demasiado tarde, pero no pudo persuadir a la “obstinada” Emily y finalmente se dio por vencida.
Sus preocupaciones fueron reivindicadas cuando el mercado colapsó.
Charlotte aprendió del error. Siguió el consejo de su editor en 1849 e invirtió los derechos de autor de su novela “Shirley” en Consols (bonos perpetuos del gobierno).
Una profecía autocumplida
Thomas Lawson (1857-1925) fue en un momento dado el 6º hombre más rico de Estados Unidos.
Hizo su fortuna como jugador de bolsa, organizando grandes fusiones corporativas.
Sin embargo, pronto se cansó de lo que consideró como el estrangulamiento corrupto que una camarilla de grandes empresarios tenía sobre la economía estadounidense.
Decidió dedicarse a sacar trapos sucios al Sol por medio de la prensa y los libros.
Su larga serie de artículos en la revista “Everybody’s Magazine” fueron llevados en 1905 a un libro: “Finanzas frenéticas”. Era una exposición desgarradora del escándalo que rodeó la creación de la gigante minera Amalgamated Copper Mining Company, uno de los fideicomisos más grandes de principios del siglo XX.
Pronto se dio cuenta de que el periodismo no paga tan bien como las finanzas, por lo que volvió a la promoción de acciones.
Esta vez, trató de mover el mercado no mediante operaciones con información privilegiada o un manual de consejos, sino escribiendo una novela sensacionalista.
En “Viernes 13″ (1907) predijo un colapso apocalíptico del mercado de valores.
Sus ávidos lectores tomaron sus advertencias al pie de la letra, y terminaron creando en el mundo real el pánico financiero que la ficción había imaginado, y Lawson se quedó con el beneficio.
El desplome de Wall Street
En la apertura de “El gran Gatsby” (1925), de F. Scott Fitzgerald, el narrador, Nick Carraway, recuerda haber comprado “una docena de volúmenes sobre valores bancarios y de crédito e inversión”.
En la década de 1920, muchos estadounidenses también devoraban guías sobre la especulación de Wall Street con la esperanza de seguir los pasos del legendario financiero J.P. Morgan.
Pero llegaron a lamentarlo profundamente cuando los precios en la Bolsa de Nueva York se derrumbaron en la Gran Caída de 1929 y perdieron todo lo que habían invertido.
Fitzgerald escribió entonces la historia definitiva de ese colapso financiero, “Regreso a Babilonia”, en 1931.
La “suerte en el mercado” que disfrutó el protagonista en el boom de la década de 1920 le permite vivir como “una especie de realeza, casi infalible, con un halo de magia“, hasta que el mercado se lo lleva todo.
El protagonista de Fitzgerald finalmente sufre un colapso nervioso, un destino tristemente compartido por el propio autor y su esposa Zelda en los años de depresión que siguieron a lo que el autor llamó “la orgía más cara de la historia”.
Los apocalípticos años 70
A medida que la inflación aumentaba a lo largo de los años 70, el asesoramiento financiero a menudo daba un giro decididamente apocalíptico.
En su libro “Cómo prosperar durante los años venideros”, el asesor financiero y autor Howard Ruff predijo el aumento de la inflación a mediados de los 70 y principios de los 80, y fue el “Gold Bug” original que promovía las inversiones en metales preciosos, así como comida y armas.
La relación entre el asesoramiento financiero y la ficción de desastres también comenzó a desdibujarse en este momento.
“The Billion Dollar Sure Thing“, de Paul Erdman, que convirtió el cierre de la ventana de oro del presidente Richard Nixon en un thriller de la guerra fría, fue tomado por economistas influyentes para ofrecer la mejor explicación de cómo funcionaba el dinero en la nueva economía emergente de los años 70.
Leyendo los gráficos
Los gráficos de cotización de bolsa, con sus líneas ascendentes y descendentes que forman picos y valles y se asemejan a la silueta de una cadena montañosa, es una de las formas más familiares de visualizar los mercados financieros.
Muchos autores de consejos de inversión creen que los movimientos de los precios reflejan leyes naturales subyacentes y forman patrones recurrentes que se pueden “graficar” y explotar con fines de lucro.
En su trabajo digital Black Narcissus (Narciso Negro) de 2014, los artistas británicos Matthew Cornford y David Cross crearon un paisaje montañoso generado por computadora, mapeado en las ondulaciones históricas de la bolsa en el período 2003-2013.
En esta imagen de su obra, la tendencia descendente a la izquierda, que culmina con la vertiginosa caída en el centro, corresponde a la crisis financiera mundial de 2008.
Aquí, el mercado casi literalmente se cae a un acantilado, uno que muy pocas personas vieron con antes de llegar a él.