Grave, de 19 años, cumple su segunda semana en la ciudad capital, en un proceso de cambio. Su vida pasa por momentos difíciles: alejarse de su familia y, sobre todo, de su hermano pequeño, es de las situaciones que más lo afectan. El quichelense estaba acostumbrado a un ambiente familiar; desayunar con mamá e ir a trabajar con su papá, eran parte de su rutina diaria. Hoy su vida gira alrededor de los entrenamientos, uno en la mañana y otro en la tarde.
El nacional, quien ha estado presente desde hace tres años, bajo la guía de la entrenadora Teresita Collado, quien tuvo algunos roces fuertes que lo dejaron sin practicar unas semanas antes de su participación en México.
“Al final tuvimos roces muy fuertes que rompieron la relación. Ahora ni quiero hablar de eso, porque hay que superarlo y seguir trabajando”, comentó Grave.
El nacional tomó la ayuda del entrenador Julio Urías para continuar con el trabajo y poder participar en Chihuahua.
“Tuve que entrar muy a conciencia. Mi papá fue alguien muy importante para que yo pudiera lograr mis metas”, reconoció Grave.
Nuevo reto
Ahora, Grave comparte su trabajo diario con Érick Barrondo, medallista olímpico y pilar fundamental del equipo de Marcha.
El quichelense reconoce que es algo importante que tiene que afrontar.
“Físicamente me he sentido bien. El cuerpo da para todo. Ahora soy yo el que debo poner de mi parte”, comentó.
Sus prioridades para este año están claras, tendrá una importante participación en Chile, el próximo 9 y 10 de mayo, en la Copa Panamericana de Marcha, en la que su meta es “ser el mejor de América”.
Debe mejorar
Especial cariño. El quichelense comentó que su celebración de chuparse el dedo es dedicado a su hermanito Osiel, de un año, mientras que el puño significa la unión de él y su familia.
Fecha especial Jürgen, recuerda el siete de julio del 2012 como la primera vez que se entrenó para la marcha, y fue desde ese momento que se enamoró del deporte.
Sus mejores tiempos los consiguió el año pasado. En 10 mil metros logró 41:56.54 —7 de marzo—, mientras que en 10 kilómetros tiene 43:16 —16 de febrero—.
Grave, quien se inició en la Marcha por inspiración de su hermana, quien luego desertó, comentó que su salto al grupo élite lo ayudará a subir su nivel y mejorar.
“Lo primero a mejorar son las extremidades superiores y parte de la cabeza; es algo a corto tiempo que me dará una mayor amplitud en el paso”, explicó.
Junto a ese detalle, a mejorar en el menor tiempo posible, el marchista sabe que el trabajo técnico es algo que se debe trabajar sin importar la calidad que se tenga. “Siempre tengo que ir corrigiendo aspectos más específicos”, dijo.
Agradecido
La palabra humildad encierra lo que es Jürguen Everhard Grave; sin embargo, aunque reconoce que es algo importante en su vida, no olvida mencionar que su padre, Everardo Grave, es uno de los pilares más importantes en su vida.
“Mi padre comenta que me puso este nombre porque quería que yo fuera diferente y que sonara en cosas importantes”, expresó Grave.
Recordar siempre dónde se inició es otra de las lecciones que su papá le ha inculcado. “Se que si en algún momento quiero irme muy arriba, él va estar ahí para hacerme conciencia”, compartió Grave.
Su constante preocupación y trabajo para que Jürguen pueda ser deportista es otro de los agradecimientos que tiene el quichelense a su padre y familia.