PLUMA INVITADA
Llanto lastimero
Impresionante momento cuando un mariachi entonó la canción infantil La mochila azul, en el Cementerio General, durante el sepelio del pequeño cantante Bryan Manfredy, hijo del vocalista nacional Manfredy Recinos, víctima de una bala perdida, como le ha sucedido a muchos menores de manera por demás dramática, cruel e injusta, por la violencia que impacta a Guatemala. Esta melodía la cantaba este chico en fiestas infantiles y en diversos escenarios donde tuvo la oportunidad de identificarse y mostrar su talento musical. Asesinado impunemente en el momento en que compraba tranquilo en una tienda cercana a su casa, en la colonia Colinas de Minerva, zona 11 de Mixco, cuando repentinamente en la calle se produjo un ataque amado contra otra persona, una de cuyas balas le impactó en su espalda. Niños y adultos lo admiraron y aplaudieron siempre, ahora lamentan su trágica partida.
Fue una mañana demasiado gris, fría y triste que cubrió a este humilde entierro. El grupo musical sorpresivamente interpretó esta y otras melodías del repertorio del solista muerto, a petición de unos amigos de su padre. Familiares y amiguitos del barrio prorrumpieron en llanto, gritos, dolor, sentimiento y también repudio, contagiando a los presentes, entre estos algunos periodistas y artistas que también derramaron lágrimas. Sangre de tantas criaturas derramada injustamente, ajenas a la maldad existente y que ningún daño causaban a la sociedad. Escenas escalofriantes como las que se vienen repitiendo en hogares y camposantos ante la ola criminal que golpea profundamente a los guatemaltecos.
Aunque Bryan, así como tantos niños, adolescentes y jóvenes lastimados en esta tierra, son muy felices allá en el cielo por tanto bendito beneficio, junto a la divinidad de Dios, la mente humana, posiblemente ignorante, se pregunta por qué los pequeños tienen que morir de manera tan despiadada para ser dichosos. El chico continúa emocionado, entonando su tradicional Mochila Azul, ahora con el maravilloso acompañamiento de angelitos vestidos de blanco, mientras aquí su acongojada familia lo seguirá llorando con profundo amor, y sus amiguitos, de igual manera, recordando los gratos momentos que disfrutaron junto con él en las alegres chamuscas, pláticas o escuchando su voz musical.
Sumo con profunda nostalgia y dolor nuevos nombres al crespón negro publicado recientemente de menores asesinados de manera brutal en los últimos días: Jennifer Perea, de 10 años, ultimada impunemente por su degenerado padrastro y madre, en San Vicente Pacaya; Nairobin Méndez Vásquez, 5, muerta en un hotel capitalino junto a su madre, supuestamente por otro enloquecido padre; las hermanitas Enma Nohemí, 6; Yoselin, 9, y Jaqueline Rocío, 12, Chávez González, baleadas en la colonia Las Marías, zona 21, y Juan, 12, atacado también con arma de fuego en Sanarate. Todos y muchos más sacrificados anteriormente están gozosos al lado del Señor.
Los guatemaltecos estamos obligados a acercarnos más a Dios, pedirle perdón por nuestros pecados y rogarle su santa y divina protección. Los asesinos deben ser encarcelados, juzgados y condenados para que paguen sus animalescas fechorías. Lamentación general que no esté vigente la pena de muerte, castigo ejemplar que el pueblo exigiría para ese maldito padrastro convertido en criminal al embarazar a una criaturita de escasos 10 años, en San José La Arada, Chiquimula.
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