Deporte Internacional

Un año con menos escándalos por dopaje y de menos resonancia

Después de temporadas en las que grandes nombres del deporte veían caer o peligrar su carrera por controles positivos, el dopaje dio un relativo respiro en este año 2014 y los escándalos rebajaron su nivel, a menudo centrándose en disciplinas de menos repercusión.

Los principales problemas en una competición importante se dieron en los Juegos Olímpicos de Invierno, donde se dieron seis casos, todos ellos en participantes europeos, dos de hockey sobre hielo, otros dos fondistas, una biatleta y un competidor de bobsleigh a cuatro. Nombres todos ellos poco conocidos por el gran público y cuyos casos obtuvieron un mayor eco mediático al producirse durante la cita olímpica de Sochi-2014.

“Tenemos una política de tolerancia cero con el dopaje”, insistió una y otra vez el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach.

El otro gran evento del año, el Mundial de Fútbol de Brasil, no registró ningún positivo.

El deporte que más casos destacados registró fue el atletismo, que en 2013 ya se había visto convulsionado por los positivos de figuras de la velocidad como Tyson Gay o Asafa Powell, y que en este año vio especialmente cómo el campeón mundial de triple salto, el francés Teddy Tamgho, fue suspendido un año por no haber estado localizable en tres oportunidades para someterse a controles.

“No tengo ningún problema sobre las sospechas de cualquier tema que gire en torno del dopaje. Estoy limpio, mis tests lo prueban”, dijo entonces Tamgho, subrayando que no había dado positivo y mostrándose soprendido por la dureza del castigo.

La que sí dio positivo fue la excampeona mundial de los 400 metros Amantle Montsho, cuando competía para Botsuana en los Juegos de la Commonwealth, donde sus muestras evidenciaron la presencia de un estimulante prohibido. Había sido cuarta en la final de esos 400 metros, por lo que el castigo no modificó el podio de la prueba.

También sorprendió a los aficionados la suspensión por 18 meses de la multimedallista olímpica jamaicana Sherone Simpson, que reavivó las especulaciones sobre el dopaje entre los atletas de la isla caribeña.

En la natación, la víctima más ilustre fue sin duda el chino Sun Yang, doble campeón olímpico y que durante mucho tiempo había estado perseguido por la sombra de la sospecha. En noviembre, la Agencia Antidopaje China confirmó que había dado positivo en mayo, en los campeonatos nacionales, por un estimulante.

El ciclismo, convulsionado otros años por escándalos que salpicaban su prueba más mítica, el Tour de Francia, o a estrellas de la magnitud de Lance Armstrong o Alberto Contador, vivió un año mucho más tranquilo. Lo más comentado fue lo vivido por Astana, la formación en la que milita el campeón del último Tour de Francia, el italiano Vincenzo Nibali. El equipo kazajo se vio salpicado por cinco casos, tres en su equipo B y dos en el principal, los de los hermanos Valentin y Maxim Iglinsky.

Eso hizo que la Unión Ciclista Internacional (UCI) se cuestionara conceder a Astana una licencia WorldTour, de la máxima categoría, que le abre automáticamente las puertas de las principales competiciones. Finalmente sí se le otorgó, pero con una serie de condiciones y la amenaza de ser retirada en el caso de un nuevo caso.

El ciclismo continúa combatiendo, por lo tanto, contra la lacra que ha manchado su imagen en los últimos años y ajustando cuentas con los culpables. El belga Johan Bruyneel, exdirector deportivo de Armstrong, fue sancionado con 10 años de veto de toda competición deportiva.

Para 2015, el desafío para el deporte de la bicicleta será seguir avanzando en la recuperación de la credibilidad. La misma que perseguirán el resto de disciplinas, intentando que el nuevo año sirva para dar un nuevo paso adelante en la lucha contra los tramposos.

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