Escuchar los relatos de las víctimas es desgarrador, pero necesario, para que las nuevas generaciones  oigan,  de primera mano, los horrores que provoca el odio y la intolerancia, y lo que tuvieron que sufrir las víctimas, que hoy son un testimonio viviente de lo que sucede cuando el ser humano le da rienda suelta a sus más bajos instintos. Auschwitz estará anclado en la memoria colectiva del mundo entero  como una herida abierta, que guarda imágenes, sonidos y sentimientos que marcaron a la humanidad y perdurarán a través de las generaciones.

Se ha dicho que es necesario aprender del Holocausto y educar a los jóvenes  para evitar que la tragedia vuelva a repetirse. Pero ahora estas palabras cobran mayor fuerza  cuando estamos viviendo hoy la amenaza del terrorismo yihadista. Los recientes atentados de París, con cuatro judíos asesinados en un supermercado y otras 12  personas muertas en el ataque a la revista Charlie Hebdo. Decapitaciones de periodistas televisadas, eventos que deben hacernos recordar que cualquier atrocidad como la ocurrida en el pasado  no está lejos de que pueda suceder de nuevo,  en el instante y la manera menos esperada, cualquier actitud violenta, racista o inhumana que nos afecte como sociedad  no debe ser desestimada, ni tomada a la ligera.

En Europa la aparición de un nuevo antisemitismo ha generado una gran tensión en el seno de las comunidades israelitas y/o judías, agudizando la sensación de inseguridad personal. La política del odio que históricamente comienza con los judíos también afectó a otras minorías que se vieron incluidas en esa barbarie.

De igual forma, hoy en día no son únicamente ellos las víctimas de grupos extremistas radicales como Hamás, Hezbolá, Al Qaeda, Boko Haram, el Estado Islámico y sus seguidores, sino también los niños, cristianos, periodistas y cualquier otra minoría o persona que se oponga a sus ideas. Al mero estilo hitleriano: “Quien no está con ellos, está contra ellos”. Esta es una amenaza latente, que nos afecta a todos, y de no ser tratada de inmediato,   puede terminar transformándose en un ataque a la libertad democrática occidental, y finalmente Europa podría ser arrastrada a esos oscuros años de guerra y muerte. Porque hoy se percibe que la política del odio está atacando también a cristianos y musulmanes, al igual que a los judíos.

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