Lectura recomendada
“Hemos creado un puente sin precedentes entre dos comunidades animales, permitiendo que intercambiaran sus dinámicas”, señaló el ingeniero de la suiza EPFL Frank Bonnet al comentar el estudio, que este martes se publica en la revista especializada Science Robotics.
Los robots, situados en plataformas en el acuario y junto al enjambre, emitían señales (visuales y vibratorias en el caso de los peces, mientras que las abejas recibían vibraciones, cambios de temperatura y movimientos de aire) que provocaban diferentes reacciones de atracción o dispersión.
Además, los robots en ambos países estaban comunicados entre sí, registrando las dinámicas de uno de los grupos de animales y traduciéndolas en señales para que el otro intentara adaptarse a ellas.
“Los robots actuaban como negociadores e intérpretes en una conferencia internacional, y a través de los intercambios de información los dos grupos de animales gradualmente llegaron a una decisión común”, destacó otro de los científicos de EPFL, Francesco Mondada, del Laboratorio de Biorrobótica BioRob.
Según la EPFL, la “conversación” entre peces y abejas fue “caótica” al principio, pero al cabo de unos 25 minutos se sincronizaron y consiguiendo que todos los peces nadaran en una misma dirección mientras las abejas volaban también juntas alrededor de una de las terminales robóticas.
Lea también: Conozca a Sanbot Elf: el primer robot inteligente que viene a Guatemala
Además, Bonnet señaló que el diálogo provocó que las dos especies adoptaran nuevas características tomadas la una de la otra: “Las abejas se volvieron más inconstantes y menos dadas a volar juntas, mientras que los peces comenzaron a agruparse más de lo que lo hacen normalmente”, explicó.
El estudio, señaló el comunicado de la institución suiza, ha permitido a los ingenieros en robótica comprender mejor cómo la máquina puede capturar y traducir señales animales, mientras que para los biólogos amplía el conocimiento del comportamiento de las especies y la interacción dentro de un ecosistema.
En cuanto a aplicaciones prácticas, podría ayudar a elaborar métodos para cambiar comportamientos grupales de animales no deseados, por ejemplo, en el caso de bandadas de pájaros que vuelan demasiado cerca de aeropuertos o de insectos polinizadores que se ponen en peligro al actuar en cultivos fumigados con pesticidas.
El experimento se llevó a cabo junto a expertos de las universidades de Lisboa, Graz, París Diderot y Zagreb.
Contenido relacionado:
> Ellos son los docentes detrás del primer satélite guatemalteco
>Password Checkup es la extensión de Google que le permite saber si le robaron la contraseña
> Aquí se construye el Quetzal -1