Los animales disfrutan de la rutina de reglas fijas. Si va a haber un cambio de normas, impóngalo en la mudanza.
Enséñele al animal lo que se espera de él y sea consistente, recomienda la doctora Katherine Miller, experta en el comportamiento animal de la American Society for the Prevention of Cruelty to Animals de Nueva York.
Los animales necesitan conocer cuáles son los límites: ¿pueden dormir en la cama, sentarse en el sofá, jugar a la pelota en la casa? ¿Dónde le servirán la comida, hay una puertita para el perro, lo sacarán a pasear?
Las relaciones entre persona y animal son siempre diferentes, pero hay que tener en cuenta las necesidades de ambos, según Miller.
“Cuando traes a alguien nuevo, lo mejor es hacerlo de a poco y con mucha paciencia. Puede tomar semanas, meses o incluso un año”, indicó.
Rebecca Hjorten y Gavriel Kohlberg saben por experiencia lo duro que es traer a una persona nueva. La pareja comenzó a salir cuando estudiaban medicina hace siete años y Hjorten quiso un perro de entrada, mientras que Kohlbert siempre encontró una razón para no adoptar uno.
Hace dos años finalmente fueron a un refugio y se llevaron una cruza de husky siberiano que llamaron Maya.
De inmediato surgió un problema: Maya había sido entrenada para orinar en la ducha y tuvieron que contratar a un experto para que le sacase ese hábito, que todavía aflora de vez en cuando.
Kohlberg, no obstante, se encariñó de inmediato con Maya. “Fue una de las mejores cosas que hemos hechos”, afirmó Hjorten.
Hace poco Kohlberg llevó a Hjorten y a Maya al Parque Central de Nueva York y les propuso matrimonio a ambos.
Las cosas pueden resultar más complicadas. Si hay roces entre el animal y la pareja de una persona, todos sufren las tensiones y deben ayudar a superarlas.
“Haz que tu pareja sea el que le da al animal las cosas buenas todos los días”, recomendó Miller.
No dudes en usar el estómago del animal para llegar a su corazón. Si un hombre se muda a la casa de su novia, en la que hay un perro, debe alimentarlo y darle premios. Y ella debe premiar al animal cada vez que huele o se acerca a su novio.
“Estimular un acercamiento va a terminar generando cariño”, dijo Miller.
No hay que forzar las cosas si no se establece una buena relación de entrada, agregó. La tensión alcanza su punto máximo en el primer encuentro, por ello es mejor que ese encuentro se produzca en un sitio neutral, como un parque.
“No se puede esperar que todos se lleven bien de entrada. Es bueno tener un par de encuentros informales”, indicó Miller.
Insistió en que no hay que obligar a un animal a estar con gente u otros animales si no quiere y que nunca se debe encerrar a varios animales en un salón.
Es importante que una pareja hable sobre los cambios que va a haber en su estilo de vida cuando se incorpore un animal a la casa, dijo Miller.
A veces las cosas no funcionan. Eso bien lo sabe Angela González, una mujer de 56 años, de Carrollton, Texas, que tiene un pomeranian de cuatro kilos (unas nueve libras), Peaches, desde hace 12 años.
Cuando González llevó por primera vez a su casa a un nuevo novio hace dos años, dio la impresión de que al hombre le gustaba Peaches.
“Adoro a mis animales, son como mis hijos”, dijo González. “El sabía lo mucho que quería a Peaches”.
Luego de 18 meses, él empezó a pasar más tiempo en la casa y González pronto comprobó que tendrían que cambiar algunas cosas:
–El hombre no quería que Peaches subiese a la cama, de modo que el animalito aprendió a dormir en el piso.
–Le pareció que ella pasaba demasiado tiempo peinando a Peaches, por lo que le cortó el pelo.
–Dijo que no podían salir los fines de semana por culpa del perro y contrató a alguien que se hiciese cargo del animal.
–Sostuvo que Peaches ladraba mucho y que tal vez se le podría poner un collar con descargas eléctricas. O que Peaches tal vez podría ser más feliz en otro sitio.
Esa fue la gota que colmó el vaso. Hoy Peaches está de nuevo en la cama, su pelo ha crecido y el novio pasó a la historia.