Recuerda que un día lo echaron, junto a su hermano, de un restaurante donde intentaba cenar a las afueras de Georgetown. “El dueño del restaurante nos dijo que no teníamos derecho a estar ahí”, relata.
Sentado en el mismo local de donde fue expulsado más de una década atrás, Gerson evoca con orgullo la denuncia que hizo aquella noche ante la policía.
El local ahora es suyo. Lo compró hace unos años y lo transformó en un restaurante de comida mexicana bautizado “La Quetzalteca”, nombre inspirado en la moneda guatemalteca y en el Quetzal.
En los últimos años, el barrio de Kimmeytown se convirtió en una “Little Guatemala” (Pequeña Guatemala), donde se han abierto decenas de restaurantes, tiendas y servicios para atender a la creciente población hispana.
Por ello es fácil encontrar los tradicionales vestidos de quinceañera, el diario local en español “Hoy en Delaware”, el centro comunitario “La Esperanza” o un bocadillo con los sabores típicos de Centroamérica en “El Mercado”.
“Es una historia clásica de inmigración”, dice el historiador local Roger Horowitz. Al principio “hay mucho caos y luego la comunidad se estabiliza”, añade.
Incrementa población hispana
Desde hace 200 años Georgetown se viste de colores patrios para el “Día de los resultados”, una tradición con la que los habitantes de esta ciudad estadounidense se reconcilian después de las elecciones, pero para los guatemaltecos, cada vez más numerosos, es un día cualquiera.
Mientras las familias más antiguas de Delaware se congregan en el centro de la pequeña localidad para escuchar al pregonero proclamar los resultados y comer bocadillos de carne asada, los inmigrantes centroamericanos hacen sus compras un poco más lejos en “El Mercado”.
La tienda, que tiene puesta una cadena de televisión en español, ofrece los mismos productos que se encontrarían en Centroamérica, de donde vienen la mayoría de los inmigrantes que han transformado Georgetown en los últimos 20 años. Y una joven cajera pregunta: “Qué es el Día de los Resultados?”
En 1990, sólo 75 habitantes de Georgetown eran de origen latinoamericano, según el censo oficial. Actualmente, casi la mitad de sus 6 mil 400 habitantes son “latinos”, la mayoría guatemaltecos.
Esta ciudad, que registra una de las mayores concentraciones de guatemaltecos del país, refleja el rostro cambiante de Estados Unidos, donde se calcula que viven actualmente unos 53 millones de hispanos, más de 11 millones de los cuales indocumentados.
El jueves, el presidente de Estados Unidos Barack Obama prometió un sistema más justo que podría permitir resolver su situación a hasta cinco millones de estos indocumentados.
La integración de esta nueva población hispana no ha estado exenta de tensiones, pero las dos comunidades conviven ahora en Georgetown sin mezclarse.
Adolescentes sin papeles
Pero la llegada este año de una oleada de niños y jóvenes indocumentados aprehendidos en la frontera con México y ubicados por las autoridades federales en Delaware tomó por sorpresa a la pequeña ciudad, obligándola a adaptarse una vez más.
Más de 68.000 niños no acompañados, originarios principalmente de Guatemala, El Salvador y Honduras, cruzaron la frontera hacia Estados Unidos entre octubre de 2013 y septiembre de 2014, casi el doble que el año anterior.
Este año, la escuela secundaria de Sussex Central tuvo que integrar a 70 nuevos estudiantes, muchos de los cuales no hablaban inglés.
“Es un problema exponencial”, opina Donald Hattier, miembro del consejo administrativo.
“Cuando planeas un presupuesto para cierto número de estudiantes, y de la nada alguien te impone tantos niños, eso quita recursos a los que ya estaban aquí”, explica.
El distrito escolar de Indian River, que incluye la localidad de Georgetown, lanzó en septiembre un programa destinado a estos nuevos inmigrantes, y se prepara en caso de lleguen más.
“Todavía hay gente que no quiere el cambio”, dice el alcalde de Georgetown, Bill West, quien nació y creció en esta ciudad. “Pero les digo: tenemos que cambiar, ellos están aquí para quedarse, hagamos que esto funcione“.
En “La Quetzalteca” es difícil imaginar una época en la que los hispanos no eran bienvenidos. La hija de Guox atiende a los clientes en inglés y en español. Este es su pedazo del sueño americano.
“Cuando me despierto cada día, me digo a mí mismo: Gerson actúa como si fuera tu primer día en Estados Unidos. Pero usa todo lo que sabes hasta ahora y compáralo con lo que tenías cuando llegaste aquí”, señala Gux.