QUETZALTENANGO – Como ya es tradición, unas cinco mil personas —entre hombres mujeres y niños— presenciaron el tradicional recorrido de la imagen alrededor del parque central, que luego retornó a la Catedral, donde es colocada en el altar mayor para ser venerada hasta finales de octubre.
Monseñor Mario Alberto Molina, arzobispo de la Arquidiócesis de Los Altos, ofició una misa antes de la procesión.
En la homilía, Molina hizo un llamado a la población para acercarse a la madre de Dios.
“Ante la multitud es bueno acercarse a la madre de Dios, sobre todo los niños y los jóvenes, porque a través de ella nos acercamos a su hijo Jesucristo, ya que la Virgen del Rosario ha sido buena con nosotros, por cuidarnos y brindarnos su amor, y ese amor debemos demostrarlo al prójimo”, resaltó el arzobispo.