La sonda “funciona muy bien” y hasta ahora “todas las operaciones de vuelo se llevan a cabo como estaban previstas“, dijo Andrea Accomazzo, el director de vuelo de la misión Rosetta del Centro Europeo de Operaciones Espaciales (ESOC, inglés).
El centro forma parte de la Agencia Espacial Europea (ESA) y está situado en Darmstadt (Alemania).
Desde el 6 de agosto último, la sonda no habitada Rosetta se desplaza a escasos kilómetros del cuerpo celeste, acompañándolo en su desplazamiento a medida que se aproxima al Sol.
El módulo Philae permitirá explorar directamente el núcleo del cometa, es decir la parte sólida que por el efecto de la radiación solar genera la “coma” o cabellera y deja una cola visible de gases y polvo.
El cometa se encuentra actualmente viajando entre las órbitas de Júpiter y de Marte. Mide unos cuatro kilómetros de diámetro, con una forma irregular, semejante a la de un pato de juguete para la bañera.
A causa de su tamaño reducido, el cometa apenas genera fuerza de gravedad, por lo que será suficiente un leve impulso mecánico desde la sonda Rosetta para lanzar la operación de aproximación de Philae: siete horas de lenta caída libre que alcanzará la velocidad de un metro por segundo en el momento del impacto.
El descenso comenzará a las 08.35 GMT del miércoles y se espera que hacia las 16.00 GMT del mismo día se tengan las primeras informaciones del contacto con el cometa.
Teniendo en cuenta el tiempo de transmisión de la señal de radio desde Rosetta, la confirmación de la separación no llegará al ESOC hasta las 09.03 GMT.
Luego vendrán siete largas horas de espera antes del aterrizaje, cuya confirmación se espera a las 16.02 GMT.
– Posibles sorpresas
Repleto de instrumentos de observación, Philae carece de sistema de desplazamiento autónomo, tiene el tamaño aproximado de un frigorífico y pesa unos 100 kilos.
La superficie del cometa está cubierta de polvo, su temperatura es de unos 70 ºC bajo cero y nada garantiza la ausencia de imprevistos. Se desconoce con qué se va a topar exactamente el robot y si la superficie del cometa será blanda como ceniza o dura como la roca o el hielo.
El lugar en la superficie del cuerpo celeste escogido para posar al módulo bautizado como Agilkia, no está exento de trampas, con cientos de rocas de entre 50 cm y 50 metros de diámetro y pendientes superiores a los 30º, por lo que el módulo tiene un 18% de probabilidades de caer en un lugar impropio.
Los instrumentos de observación de Philae comenzarán a operar durante el descenso y el robot enviará imágenes del periplo incluso antes de posarse.
Para evitar que rebote sobre la superficie del cometa, Philae está dotado de un sistema de arpones en las patas destinados a asegurar su amarre inmediato. Pero nada garantiza que no termine hundiéndose en una superficie que resulte ser demasiado blanda.
– Sembrando vida entre los planetas
El contacto en el espacio se producirá tras una odisea de más de una década y 6,400 millones de kilómetros de recorrido interplanetario, que costó €1 mil 300 millones.
El viaje espacial iniciado en marzo del 2004 empezó con la sonda sobrevolando varias veces Marte y la Tierra para tomar impulso utilizando la fuerza gravitacional de los planetas y así ganar velocidad.
Luego tuvo un período de hibernación que le permitió ahorrar energía, antes de ser “despertada” nuevamente desde la Tierra al aproximarse a su objetivo.
Los cometas son agregados de polvo y hielo primordial, escombros restantes del proceso de formación del Sistema Solar ocurrido hace 4,600 millones de años.
Una de las teorías, conocida como la hipótesis de la “panspermia“, es que los cometas, al interactuar con la Tierra, ayudaron a sembrar la vida en ella, al traerle agua y moléculas orgánicas.
Si todo sale bien, Rosetta y su robot seguirán enviando información cuando el cometa esté en el punto de su trayectoria más cercano al Sol, en agosto del 2015.