Ese día policías atacaron en esa población a alumnos de la Escuela Rural de Ayotzinapa por órdenes presuntamente del entonces alcalde, José Luis Abarca, detenido a comienzos de este mes junto a su esposa, María de los Ángeles Pineda.
Esa noche murieron seis personas, 25 resultaron heridas y 43 jóvenes fueron detenidos y entregados al cártel Guerreros Unidos, que se encargó de su desaparición, de acuerdo con las investigaciones.
Finalmente, la Fiscalía mexicana dio el pasado viernes por muertos a los 43 estudiantes desaparecidos tras detener a los autores confesos del crimen, en medio de la indignación de los familiares de las víctimas, que exigen más pruebas y siguen esperando encontrar con vida a los jóvenes.
Viaja a cumbre
El presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, tiene previsto viajar este domingo a China para asistir al foro APEC dejando a un país indignado por el anuncio de que los 43 estudiantes desaparecidos fueron masacrados. Manifestantes prendieron fuego a una de las puertas del Palacio Nacional de la Ciudad de México el sábado por la noche.
La última manifestación multitudinaria para protestar por este crimen que ha conmocionado a México y al mundo acabó la noche del sábado con un ataque de un pequeño grupo radical al emblemático Palacio Nacional, en el corazón de Ciudad de México.
Una veintena de manifestantes, algunos encapuchados, se apoderaron de vallas metálicas que rodeaban el edificio y las utilizaron para intentar derribar la puerta principal.
Sin que las fuerzas de seguridad actuaran, el grupo también arrojó cócteles molotov contra la puerta de madera, que llegó a arder brevemente, y pintó el lema “Vivos los queremos”, en referencia a los estudiantes desaparecidos el 26 de septiembre en Iguala (Guerrero, sur).
Buena parte de los miles de manifestantes lamentaron que la marcha nocturna, convocada en redes sociales y que transcurrió pacíficamente incluso con la presencia de niños, derivara en actos vandálicos.
La Policía dispersó finalmente a los manifestantes que consiguieron dañar la puerta del palacio, muy frecuentado por turistas que acuden a contemplar los impresionantes murales del pintor mexicano Diego Rivera.
Peña Nieto acostumbra a recibir en el palacio a jefes de Estado pero vive en la residencia de Los Pinos, en otro punto de la capital.
Horas antes hubo otra protesta de estudiantes Chilpancingo, la capital del convulso estado de Guerrero, donde unos 300 jóvenes prendieron fuego a una decena de vehículos frente a la sede de la gobernación.
Las protestas ocurrieron el día después de que la fiscalía anunciara que sicarios narcotraficantes han confesado que asesinaron a los estudiantes y quemaron sus cadáveres, un relato que los familiares y compañeros de los jóvenes se niegan a creer.
– Enojo con clase política –
La irritación en México contra su clase política ha alcanzado al presidente, contra quienes los manifestantes del palacio lanzaron gritos de “fuera” y “asesino”.
El crimen de Iguala, que para Human Rights Watch es uno de los más graves de la historia reciente de América Latina, dejó al desnudo la profundidad de la infiltración del crimen organizado en autoridades mexicanas.
Los 43 estudiantes de una escuela de magisterio de la comunidad de Ayotzinapa (Guerrero) fueron atacados en la cercana Iguala por policías locales, que luego los entregaron a sicarios del cártel narcotraficante Guerreros Unidos.
El alcalde de Iguala, ahora detenido, está acusado de trabajar para ese grupo criminal y de haber ordenado los ataques por temor a que los estudiantes sabotearan un evento público de su esposa, hermana de tres narcotraficantes.
El alcalde José Luis Abarca ya fue investigado por crimen organizado desde 2010 y estaba acusado de un asesinato cometido en 2013, pero ni las autoridades de Guerrero ni las federales actuaron contra él.
Ángel Aguirre, gobernador de Guerrero cuando ocurrieron las desapariciones, tuvo que dimitir por su falta de reacción ante este caso.
Y el gobierno federal también ha sido duramente criticado por tardar más de una semana en asumir la investigación y, 44 días después de las desapariciones, no tener pruebas concluyentes del paradero de los jóvenes.
– “Cambiar la conversación” –
Peña Nieto atraviesa por la peor crisis desde que asumió la presidencia en 2012 pero ha preferido mantener su viaje a China y Australia, que lo mantendrá seis días fuera del país.
Según el programa anunciado, el mandatario asistirá en Pekín a la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC), del 10 y 11 de noviembre, y realizará una visita de Estado a China.
Después viajará a Brisbane (Australia) para participar en la primera jornada de la cumbre del G20, que se desarrollará del 15 al 16.
Peña Nieto se encontrará con jefes de Estado que han elogiado su paquete de reformas económicas, especialmente una energética que abrió el nacionalizado sector petrolera a las empresas privadas.
El mandatario ha tratado de que la atención nacional se enfoque en su agenda reformista pero el crimen de Iguala devolvió a México al drama de los peores años del combate contra el narcotráfico de su predecesor Felipe Calderón.
Con esta gira el gobierno va a “intentar cambiar la conversación de nuevo”, estima el experto en seguridad Alejandro Hope.
En Ayotzinapa, las familias de los desaparecidos creen que la partida del presidente exhibe su falta de sensibilidad hacia un caso que para ellos no está para nada cerrado.
Los padres aseguran que la única manera de que crean que los estudiantes están muertos sería con pruebas científicas que les presente el grupo de peritos independientes argentinos de su confianza que colabora en la investigación.