“No me creo la historia de Oscar”, escribe en el libro, publicado semanas después de que el deportista fuera declarado no culpable de asesinato y sentenciado a cinco años de prisión por homicidio imprudente.
Durante el juicio, Pistorius aseguró que había confundido a Steenkamp con un intruso, disparando cuatro tiros a través de la puerta cerrada del cuarto de baño.
“Ninguna de sus acciones sugiere que él se mostrase protector hacia ella”, escribe la madre de la víctima.
Según ella, aquel día de San Valentín de 2013, “tuvieron una pelea, una horrible discusión, y ella se encerró en el baño con su teléfono y cerró la puerta con pestillo”.
“Creo que él disparó una vez y después tuvo que matarla, porque ella le habría contado a todo el mundo lo que realmente había ocurrido, quién era él realmente”.
“No tengo ninguna duda: ella había decidido dejar a Oscar esa noche”, escribe, y añade que su hija le había contado que la pareja ya no mantenía relaciones sexuales.
“Creo que su relación iba a terminar. Y en el fondo, ella no creía que estuviera haciendo feliz a ninguno de los dos”, considera.
“Fue mala suerte que Reeva lo conociera porque más tarde o más temprano habría matado a alguien. Estoy convencida”, asegura.
Steenkamp también describe el dolor desesperado que siente por no haber estado allí para ayudar a su hija cuando la necesitaba, y habla de la medicación para reducir la angustia, del reciente ataque de su marido Barry.
“Cuando nos ponemos en lo peor, imaginamos el miedo que debió pasar detrás de esa puerta, cerrándola, sin nadie que la protegiera”.
“Una de las balas le hizo saltar el cerebro”, asegura.
Pese a todo, Steenkamp dice que perdona a Pistorius.
“Lo he perdonado. Tengo que hacerlo, es mi religión. Pero no puedo olvidar lo que hizo. Odio lo que le hizo a mi niña”.
En el libro, la madre de la víctima describe la magnitud del dolor que le han producido siete meses de juicio, culminando en un veredicto que describe como “chocantemente” benevolente.
“Me siento frustrada, decepcionada por el sistema de justicia”, dice Steenkamp.
“Me chocaba profundamente oírle decir ‘no culpable’ a cada uno de los cargos. ¿Cómo podía decir eso cuando Reeva estaba muerta y él la había disparado?”, se sorprende.
“Tendrá que vivir el resto de su vida sabiendo lo que hizo”, sentencia.