El viernes, la mujer ya había anunciado que su hijo, Mauro López Banegas, sufría muerte cerebral y que los médicos del Centro Provincial de Salud Infantil donde estuvo hospitalizado estas semanas habían dicho que el daño cerebral era total e irreversible.
El 18 de octubre pasado, Mauro estaba en su casa de Santiago del Estero, haciendo tareas escolares cuando por diversión puso purpurina en un silbato que tenía y sopló.
El polvo plateado se esparció por el aire y el niño lo aspiró, más tarde se sintió mal pero fue asistido y estabilizado, pero al día siguiente se descompuso e inició un proceso de deterioro por el que estuvo en cuidados intensivos hasta su deceso este sábado.
Los médicos advirtieron que la purpurina, de uso habitual en tareas manuales y muy común en maquillajes y trajes de carnaval, “contiene metales pesados, como plomo y cobre, elementos altamente tóxicos cuando son inhalados”.