70 años
La Revolución introdujo al país, sin lugar a dudas, al siglo XX. Después de 22 años del régimen de Estrada Cabrera, 14 de Jorge Ubico y entre ambos gobiernos cuartelazos, intrigas y sórdidas políticas reaccionarias y conservadoras, nuestro país terminaba la Segunda Guerra Mundial sin alzar vuelo y el Partido Liberal era el principal traidor de los propios principios liberales.
A casi dos meses de terminar del 2014 seguimos en busca, más o menos, de los mismos 10 postulados revolucionarios. Nuestro sistema democrático no arroja cambios estructurales siendo la movilidad social gravosa y escasa. Muchas de las nuevas fortunas en el país o se han conseguido a la sombra del robo al dinero público o por “prácticas comerciales” ilegales. La impunidad y desorden es la regla.
Debemos entender el fenómeno social revolucionario y también las consecuencias de la contrarrevolución, pero lo más importante es asumir las deudas que como país tenemos hacia la juventud. Un territorio en donde impere la “pistocracia” como única forma de vida, de seguro, pasará encima de cualquier noción de derechos y será inevitable un nuevo conflicto polarizante y violento, lo cual no podemos dejar que suceda.
Creer que nuestra crisis es la única es mentira, por eso es oportuno rendir tributo a las palabras del doctor Juan José Arévalo al asumir la Presidencia: “Suele decirse que la democracia está en juego, en lucha de vida o muerte. Preferible es decir que está en crisis La democracia de postguerra ha de ser una democracia funcional, es decir, un sistema de gobierno y un sistema legal que broten como flor natural desde el seno afectivo de los pueblos. Deben desaparecer los gobiernos postizos y las leyes incongruentes con la realidad La democracia guatemalteca no se agotará con los actos electorales. Será un sistema permanente, dinámico, de proyectos en el todo social y de infatigable vigilancia. Democracia quiere decir unificación moral y efectiva”.
El desconocimiento de la Revolución es alarmante, ojalá podamos hablarle más a los patojos de la historia y aprovechemos para comprender que ese mensaje dicho hace muchos años es más actual y categórico de los recibidos por nuestros políticos actuales. No nos quedemos con actos electorales y reclamemos democracia efectiva ¡ya!