Las experiencias de estas féminas son dignas de admirar. Pese a que son mujeres de escasos recursos, lo que les dificulta tener disponibilidad de tratamiento médico —han recibido el apoyo moral y económico de asociaciones—, y que algunas no tuvieron el apoyo de la familia como merecen, salieron adelante y ahora son un ejemplo a seguir para aquellas que creen de manera errónea que el cáncer es sinónimo de muerte.
Estos testimonios son un verdadero aliento para celebrar el Día Mundial del Cáncer de Mama, que se conmemora el próximo 19 de octubre.
Ligia Maribel Leiva de Soto, 39 años
“Hubo momentos difíciles. A veces se pierde la fuerza, pero la encuentro en mi familia y en la fe. Yo pensaba que si hay niños con cáncer que pasan por esta enfermedad y ellos no pueden quejarse, entonces sí se puede luchar con la ayuda de Dios. Hay que aferrarse a Él”.
Lilian Esperanza Morales de Navarijo, de 48 años
“Es importante que nos informemos para detectar el cáncer a tiempo. Yo tenía una masa grande en el seno, pero Dios sabe por qué pasamos por esto. Continuamos luchando, porque si regresa, sabemos que tenemos que seguir adelante. El cáncer de mama se cura. Hay que tener el corazón dispuesto, no tener pensamientos negativos, sino pensar todo se puede lograr y vencer con el apoyo de la familia, quienes han reunido los recursos para mis tratamientos”.
Carolina Gutiérrez de Sarceño, de 33 años
“Me siento bien gracias a Dios. Mi familia me apoyó en los momentos difíciles, porque no es fácil con los síntomas de las quimioterapias. Yo les digo a las mujeres que pasan por esto que luchen, porque Dios está siempre con uno. El cáncer es silencioso, no avisa. Hay que hacerse a tiempo los autoexámenes para que no pasen por lo que yo pasé”.
Vilma Regina López, de 65 años
“Es un milagro que he tenido con Fundecán, porque yo no tuve el apoyo de mi familia cuando me detectaron el cáncer en la mama derecha, en el 2012, incluso, trataron de acobardarme y alguien me dijo que de eso me iba a morir. Exhorto a las mujeres a que se hagan sus autoexámenes y mamografías. Hay que tener mucha fe en Dios, solo un hijo me dio palabras de aliento”.
Mariela Morales Estrada, de 36 años
“Cuando estaba embarazada me detectaron una masa en la mama y no podían hacer el tratamiento hasta después del parto. Pasé por las quimioterapias con ayuda de padres y hermanos, y luego con Fundecán, porque yo no tenía recursos. Mis hijos, especialmente el pequeño de 2 años y medio, fueron mi mayor motivación; ellos estuvieron conmigo todo el tiempo, porque no tenía esposo que me apoyara. Ellos eran la fuerza para levantarme cada día. Hay que seguir adelante y no desmayar”.
Irma Castro, de 50 años
“Cuando me detectaron cáncer de mama en la fase cuatro, sentí que era el final de mi vida. Empecé las sesiones de quimioterapias y radioterapias, con ayuda de Fundecán, porque no tengo dinero para costear el tratamiento que da reacciones al cuerpo, pero tengo el apoyo de mi esposo y de mis hijas. Dios no nos desampara. Hay que confiar en nosotras mismas y no acobardarse. Dios siempre manda un ángel para seguir luchando por nuestras vidas y por nuestra familia”.
Miriam Lemus, de 49 años
“Cuando me diagnosticaron cáncer de mama, había pasado un año de que mi padre había muerto de cáncer de próstata. Mi madre había fallecido por cáncer de mama hacía 32 años. Yo me dije a mi misma que no iba a morir de cáncer, que iba a luchar y a salir adelante. Me siento son mucha fortaleza y agradezco a Dios por el día a día y le doy infinitas gracias porque Él está a la par nuestra. El cáncer sí se puede curar, pero hay que atender todo lo que dicen los médicos”.
Carlota Morales, de 63 años
“En el 2007 me operaron de emergencia de cáncer de mama y me quitaron el seno. Tuve el apoyo de hermanos e hijos, quienes me ayudaron a reunir el dinero del tratamiento. En el 2013, me hicieron mastectomía del otro pecho. Fundecán me ayudó con las quimioterapias y radioterapias. Mi esposo me dejó porque dijo que no quería lidiar con enfermos, pero por mis hijos salí adelante, y Dios me hizo el milagro porque soy doblemente sobreviviente”.
Edna Manzó Elías, 34 años
“Soy del Quiché y en el 2013 me detectaron un tumor que crecía rápidamente. Yo no creía que fuera cáncer, pero me diagnosticaron un carcinoma maligno. Sentí la muerte y que todo se había acabado para mí, porque soy soltera y ese año me iba a casar. Pero el doctor me dijo que no me preocupara porque no era la única. Comencé el tratamiento, pero los efectos de la quimioterapia son dolorosos y no se los deseo ni al peor enemigo. Estoy agradecida con Dios, con mi familia y amigos que han orado mucho por mí. La semana pasada terminé mis radioterapias. Cuando uno tiene apoyo grande, la carga se hace más ligera”.
Sonia Victoria Castillo, de 37 años
“Cuando me dijeron que tenía cáncer, entré en pánico. Lo primero que pensé fue en mis hijos, de 9 y 14 años, y qué iba a hacer de ellos sin mí cuando yo no estuviera. Entré en pánico. No tenía el apoyo de mi mamá ni de mis hermanos, solo de mi esposo e hijos que me pedían que no me muriera. Yo les dije que iba a luchar por ellos y pasaron las quimioterapias junto a mí. Uno siente que se está ahogando y que quiere salir. Dios me da la fortaleza para levantarme cada día. Todas somos luchadoras. Dios es fiel porque Él me ha sanado”.
Roxana Noelia Padilla Marroquín, de 42 años
“Sentí una masa en el pecho que no me dolía, pero por dejadez no iba con el doctor, hasta el 2012, cuando me diagnosticaron cáncer de mama. Me hice quimioterapias y radioterapias. Ahora me siento bien, vivo sola con mis hijos, por ellos luché y sigo luchando. Debemos disfrutar del presente. Somos sobrevivientes y somos bendecidas por tener una segunda oportunidad, es como nacer de nuevo”.
Silvia Rodríguez del Cid, 54 años
“Me hicieron mastectomía radical. Luego me sometí a quimioterapias y radioterapias. Uno piensa que solo a uno le pasa esto, pero en lugar de preguntarse ‘por qué yo’, hay que preguntarse ‘qué quiere Dios de mí’. No hay que pensar que es un castigo, sino una oportunidad que Dios nos da para ser útiles a la humanidad con nuestros testimonios. Hay que aferrarse a Dios y a la familia para salir adelante. Mientras estemos vivos, hay un milagro. No hay que darse por vencidos. Hay que ser perseverantes, activos e informarse para poder orientar a quienes pasan por lo mismo. Gracias a Héroes de Vida que me ayudaron a conseguir mis medicamentos”.
Consuelo González de Grijalva, de 61 años
“El tratamiento contra el cáncer al que me sometí llegó en los mejores días de mi vida, cuando no me sentía enferma y mis hijos ya estaban grandes. Le pedí a Dios y a la Virgen que me ayudaran a levantarme. Sabía que con fe iba a salir adelante y me decía que si estaba viva es porque Dios quería que luchara. Nunca renegué ni pregunté por qué me pasa esto a mí. He pasado días difíciles, pero el cáncer no ha sido una condena, sino un cambio de vida positivo, porque he podido ayudar a mucha gente con mi testimonio. Nosotros ayudamos a los científicos a investigar cada vez más sobre el cáncer. Somos sobrevivientes que aportamos al futuro de la juventud”.