La capital del país se había establecido en el valle de la Ermita o de las Vacas, en 1776, después de que los terremotos de Santa Marta, tres años atrás, habían destruido la ciudad de Santiago de los Caballeros, situada en el valle de Panchoy, hoy Antigua Guatemala.
Este nuevo asentamiento urbano experimentó un notable cambio respecto a la arquitectura de Santiago de Los Caballeros. La urbe pasó del estilo colonial, barroco y ultrabarroco, es decir, del profuso decorado, al neoclásico, concepto que predominó durante la segunda mitad del siglo XVIII, y que retomó el gusto por la arquitectura clásica de Grecia y Roma. Este estilo sobrio imprimió a la catedral sencillez y elegancia.
Paulatinamente en el Valle de la Ermita se construyeron monumentales iglesias en cuyos interiores se colocaron retablos, altares e imágenes traídos de la ciudad destruida, por ejemplo, el altar dedicado al Señor San José que se conserva en el templo Santa Rosa, o los retablos del templo de nuestra Señora del Pilar, conocido actualmente como Capuchinas.
Los edificios públicos y las residencias fueron construidos de acuerdo al concepto romano de ciudad, es decir, cuadriculada o trazo de parrilla, que tuvo su origen en tiempos del primer emperador romano, César Augusto (27 a. C. al 14 d.C).
La primera piedra
El 25 de julio de 1782, día de Santiago apóstol, patrono de la iglesia guatemalteca, se bendijo y colocó la primera piedra de lo que sería la Catedral Metropolitana, en un acto de gran solemnidad y protocolo, al que asistieron el entonces presidente Matías de Gálvez, el arzobispo Cayetano Francos y Monroy, el cabildo eclesiástico, representantes de órdenes y comunidades religiosas, el clero secular y vecinos.
Fueron necesarios, sin embargo, 33 años para que la Catedral fuera habilitada para los oficios litúrgicos.
El 13 de agosto de 1783 comenzaron los trabajos de cimentación y de las columnas para las bóvedas de las criptas; las paredes perimetrales llegaron a un metro de altura del nivel del suelo, los trabajos avanzaron con lentitud, pues continuamente se suspendían por la falta de recursos así como por la diversidad de opiniones respecto al diseño.
El arquitecto Ibáñez enfermó, entonces asumió la dirección el delineador de la ciudad, Antonio Bernasconi, quien tenía a su cargo la construcción del Hospital San Juan de Dios, el Palacio Arzobispal y la fuente de Carlos III, pero Bernasconi murió inesperadamente en 1785. Se le encargó la obra a Sebastián Gamundi, quien terminó el abovedado de las criptas y los cimientos de las tres naves principales.
En marzo de 1787, una catedral provisional construida de bajareque por Ibáñez estaba muy deteriorada, por lo que el cabildo la trasladó a la casa de las beatas de Santa Rosa, a una cuadra del lugar, que había sido edificada con el aporte económico personal del arzobispo Cayetano Francos y Monroy. Esta fue la sede catedralicia hasta 1815. En 1796 las criptas fueron bendecidas y habilitadas para inhumar al canónigo Antonio Alonso Cortés.
¿Qué pasaba en ese momento?
Para quienes creen que todo tiempo pasado fue mejor e idílico, no es así. El momento político que se vivía en la Nueva Guatemala de la Asunción en aquella época era complejo. En 1804 hubo una gran crisis económica. El rey Carlos III no quería el patrocinio de particulares en la construcción de la Catedral porque eso le otorgaría privilegios a civiles, y por ello el soberano ofreció financiar el proyecto.
Pero el panorama cambió. El reino español fue invadido por los franceses y se promulgó la constitución de Cádiz, entre otros conflictos. El rey ordenó que los censos, es decir, el dinero recaudado por el pago de préstamos de toda América, fuera enviado a España.
Esta medida dejó al Reino de Guatemala sin circulante y empobreció a las comunidades religiosas que eran las instituciones que más prestaban a interés del 5 por ciento. Por tanto no hubo dinero para financiar la construcción.
José Bustamante y Guerra, gobernador de la ciudad, dejó claro en las actas del cabildo que no iba a pagar más el salario de albañiles y maestros de obra, porque no tenía dinero y, además, se había cerciorado de que el templo estaba totalmente construido. Con dificultad el Cabildo aportó dinero para pagar los salarios de los trabajadores solamente durante cuatro meses.
Por aparte, en América se habían avivado las luchas por la independencia, incluida Guatemala, con el movimiento de Chiquimula en 1812 y la conjura de Belén, en 1813. “De alguna manera la construcción de la catedral cohesionó a la ciudad e hizo que la gente se distrajera de esos problemas políticos y económicos”, refiere el historiador Aníbal Chajón.
“Por eso la catedral se inauguró en 1815, pese a no estar construida en su totalidad, porque no había dinero para terminar su edificación“, dice Chajón. “No tenía torres ni campanarios. No se podía entrar por la puerta principal pues el Ayuntamiento había permitido puestos de ventas en el atrio. Se entraba por la puerta lateral del Sagrario, y por varios años solo estuvieron habilitadas dos de las siete puertas del edificio ya que se habían dado robos de enseres de plata.
Años productivos
En 1805 asume la responsabilidad de la obra el arquitecto Santiago Mariano Marquí. “Lo que actualmente vemos de la Catedral es el trabajo de Marquí, comenta Chajón, y resalta que “hasta que él vino a Guatemala el templo realmente se construyó, porque solo existían las criptas. En 10 años este arquitecto dirigió los trabajos, los hizo avanzar de la fase de cimientos y edificó gran parte del templo”. “Los campanarios fueron construidos de 1862 a 1867 por Andrés Pedretti y Juan Fonelli, con planos de Marquí”, según publicó La Gaceta de Guatemala.
Momento esperado
En la Cuaresma de 1815, el miércoles 15 y jueves 16 de marzo, de la semana de Pasión, el entonces arzobispo de Guatemala monseñor Ramón Casaus y Torres, bendijo e inauguró la Catedral Metropolitana para celebrar los santos oficios de la Semana Santa como era su deseo.
La construcción aún no estaba terminada, por lo que Casaus y Torres, dominico proveniente de la diócesis de Oaxaca, giró instrucciones para que se trabajara intensamente en colocar ventanales y puertas, acondicionar altares, imágenes y obras pictóricas, entre ellos los 14 cuadros de la vida de la Virgen María, pintados por Pedro Ramírez, en 1673.
El jueves 16, entre el ambiente de recogimiento propio de la Cuaresma en Guatemala, el arzobispo salió del templo de Santa Rosa con el Santísimo Sacramento en sus manos, para depositarlo en el sagrario de la Catedral Metropolitana; también se sacó en procesión la imagen de la Virgen del Socorro, primera imagen traída a Guatemala por los conquistadores españoles en 1524. Así quedó abierta la Catedral Metropolitana, aunque aún faltaba construir las torres de los campanarios y según los informes de los religiosos, hasta ese momento se había gastado en la obra 600 mil pesos.
Fuentes: El tesoro de la Catedral Metropolitana. Banco Industrial, Guatemala, 2004. Varios autores.
Catedral Metropolitana, relicario de fe en Guatemala. Breve historia. Tomos 1, 2 y 3. Padre José Luis Colmenares. 2014.
Por los senderos de la Nueva Guatemala de la Asunción. Doctor en historia, Aníbal Dionisio Chajón. 2012.
Ciudad de Guatemala. Ayer y Hoy. Telgua/Ricky López Bruni. 2005.