¿Qué objetivo tenía esta actividad?
La idea es manifestar al pueblo dos cosas: todos los antivalores contrarios a lo que Dios quiere y a lo que quisiéramos nosotros, y lo que no nos agrada, por ejemplo el egoísmo, la envidia, la venganza, la desintegración familiar, el maltrato a los niños y a la mujer, y lo que es contrario al reino en nuestra sociedad, la corrupción, la violencia, el problema grave de la migración de los niños, la minería, las injusticias que se cometen en las instituciones públicas.
Lo hicimos con carteles, sin hablar, iban de color negro los que manifestaban todo lo malo. Por otro lado no somos cristianos si solo denunciamos el mal, tenemos que ser hombres de esperanza, por lo tanto debemos ser capaces de ver que también hay cosas buenas en nosotros, en nuestras familias y en la sociedad.
¿Cree usted que este tipo de actividades tenga algún impacto?
Estamos acostumbrados a manifestar con bochinche y nos pasamos a llevar el derecho de los otros haciendo pintas, obstruyendo el paso con bloqueos. A mí me pasó que por cuestiones de la vida me han llevado grave a un hospital, ¿qué sucede si en el camino hay un bloqueo? No voy a llegar vivo. Demostramos que podemos hablar sin necesidad de hacerles daño a otras personas, por eso creo que sí tiene un impacto, y tuvo su impacto cuando Prensa Libre publicó esto y generó un montón de reacciones.
¿Qué hechos violentos ocurridos en Jalapa le han impactado más?
Los crímenes que se cometen de gente trabajadora, hoy por ejemplo me tocó oficiar una misa de cuerpo presente, era de un joven que murió a causa de una bala perdida. Esa irresponsabilidad que le quitó la vida a un muchacho de 20 años, y hace ocho días celebraba la misa de nueve días de un joven que iba a trabajar y murió acuchillado.
Jalapa solía ser un departamento tranquilo, ¿a qué atribuir el auge de la violencia?
En Jalapa ya no vive únicamente la gente de este departamento, hay mucha gente que ha venido de otros lugares, no todos son malos, pero un fenómeno que estamos viviendo es que el Gobierno está persiguiendo a muchas personas en la capital y mucha de esa gente está viniendo a los departamentos cercanos.
¿Podría ser la violencia intrafamiliar otra causal?
Mucha gente involucrada en la delincuencia procede de familias desintegradas por la misma violencia intrafamiliar, pero también familias de extrema pobreza, a las que no se les ha atendido. Los gobiernos solo se han preocupado por llevar gente a la cárcel, pero no por educarlos o de darles oportunidades de desarrollo dándoles trabajo.
¿Qué piensa del problema de los menores que se van a EE. UU.?
En este tema voy a decir lo que nuestros obispos han dicho: hoy se habla de una crisis humanitaria, duele ver que haya niños de pocos años que han tenido que emigrar, el problema es por qué emigra la gente, y lo hace por la pobreza, porque en Guatemala no se están dando las oportunidades de educación, salud, vivienda, trabajo y de vivir dignamente. Los gobiernos deberían resolver los problemas reales del país, crear fuentes de trabajo, facilitar la inversión de capital, políticas públicas orientadas al gasto público, no solo al derroche y al clientelismo político y a la corrupción, sino a favorecer el desarrollo de nuestros pueblos. Ahora para ellos lo más fácil es criminalizar y resulta fácil crear una ley que diga que por cada patojo que se va para allá, sus padres sean tratados como delincuentes.
¿Cómo ve la pobreza desde su trabajo pastoral?
Soy una persona muy sensible a ese tema, en todas las parroquias en las que he estado me he encontrado con esa situación, me duele ver niños y jóvenes que no pueden estudiar, creo que tenemos que hacer algo por ellos. Yo vengo de una familia que ha trabajado, mi papá es albañil, mi mamá también ha trabajado vendiendo comida. Mi papá recogía leña y esa es la familia de la que yo vengo, entonces a diario me topo con esos casos y aunque no tenga dinero tengo las posibilidades de gestionar. Actualmente tengo cien niños becados en las aldeas de Jalapa y de El Rancho, El Progreso. A los dos años de que inicié el ministerio sacerdotal me preocupé por ese problema. En Santa Catarina Mita, Jutiapa, inicié ese proyecto y ya hay más de 250 niños becados y muchos ya se han graduado. Aquí en rectoría hay unas 20 familias a las que apoyamos con víveres. Hemos hecho dos casas con jóvenes que han puesto materiales y nosotros vamos a trabajar los sábados y domingos.
Promueve ayuda a los más necesitados -“Una fe sin obras está muerta”-
A los 16 años, Estuardo Castañaza descubrió su misión: servir a los más necesitados como sacerdote. Por ello predica la conversión espiritual, cuyos frutos deben ser de amor y caridad. Por otra parte, denuncia las malas prácticas que afectan precisamente a esta población pobre.
“Se debe erradicar la corrupción, por allí se van grandes cantidades de dinero, así como apostarle a la educación”, propone como las dos acciones claves para cambiar el futuro.
“Mucha gente piensa que el verdadero valor es el dinero, el placer y el poder, como eso es lo que vale para ellos, se empeñan en conseguirlo, pero la felicidad no es el tener, sino el servir a los demás. La fe sin obras está muerta”, dice.
“Cuando una persona acude a mí en busca de ayuda espiritual me siento privilegiado e indigno de que el Señor me haya llamado para ayudar a todas las personas a llenar el cántaro de su fe, pues a veces ese cántaro lo llenamos de cosas falsas”, señala.
¿Cree usted que es primero la fe o la caridad?
Estas se complementan porque creo en Dios, sé que en cada persona está Dios y por eso me lleva a amarlos, pienso que primero va la fe.
De los personajes de la Biblia, además de Jesús, el padre Castañaza se siente especialmente impresionado por el apóstol Pedro, “porque era una persona sencilla, pero muy honesta. Pedro reconoce su miseria y luego descubre que Jesús lo ama así desde esa miseria. Me inspira porque es un hombre que cae y se levanta”, expone.
En casi dos décadas ha estado en varias parroquias del oriente de Guatemala. “He servido en la parroquia de San José en El Adelanto, allí administré durante un año; Yupiltepeque, Jerez y Zapotitlán, Pasaco, Jutiapa, donde estuve seis meses, seis años y medio en Santa Catarina Mita; un año en Sanarate, seis años en El Rancho y acá en Jalapa, donde nací, llevo cuatro años y medio”.
Su advocación mariana favorita es Nuestra Señora de Guadalupe y la parábola que más le impacta es la del tesoro escondido, “porque creo que en mi vida el haber descubierto a Jesús ha sido lo más grande y por él estoy luchando por vender todo lo que se tiene con tal de quedarse con ese tesoro”.
GRANDES IDEALES
Raúl Estuardo Castañaza López nació en 1968. Entró al Seminario Diocesano a los 16 años.
Padeció una larga enfermedad, el síndrome Gillain Barré —autoinmune—, de la cual dice que aprendió a “abrazar la cruz y a amarla. Estuve inválido por mucho tiempo por la enfermedad, sin poder valerme por mí mismo, pero Dios me devolvió la salud. Nunca perdí la esperanza, aunque hubo momentos muy difíciles”.
Sus padres: Raúl Antonio Castañaza Oliva y Luz Elvira López Cárcamo de Castañaza.
Estudió párvulos en la Escuela María Isabel Lima Zapata; primaria, en la escuela de El Porvenir; básico y diversificado, en el Instituto Normal Centroamericano para Varones (Incav) y finalmente, en el Seminario Mayor Nacional de la Asunción, en la capital.
Su gran sueño: poder continuar con su misión espiritual toda la vida y entregar cuentas cabales a Dios.
“Los gobiernos solo se han preocupado por llevar gente a la cárcel, pero no por educarlos o darles oportunidades de desarrollo”.
Estuardo Castañaza, párroco de Jalapa.