Ustedes

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o en cualquier otra. Se sienten superiores y más listos que nadie, y al final del día les importa un carajo lo que ocurre en el país que no redunde directa e inmediatamente en sus bolsillos, en su futuro o afecte al club de amigos con el que comparten malas mañas o a quienes deben favores. Se tapan unos a otros mientras roban, estafan o defraudan, sin que ninguno haga la diferencia y decida dar ese paso digno que evidenciaría cuánto dilapidan y qué es realmente lo que hacen desde sus puestos.

Son unos inmorales que juegan con la ilusión de las personas, con la muerte, con la estabilidad, con el futuro de muchos y con el desarrollo del país. No importa dónde estén: Ejecutivo, Legislativo o Judicial. Hasta el alcalde más humilde se afana por sumarse a ese grupo que cuenta con privilegios, facilita el chantaje o exige soborno.

Muchos de ustedes han aprendido, casi sin asistir a la escuela, lo suficiente para conformar un ejército destructor del país, y de la política. La vivacidad les ha servido para posicionarse y desde los más pequeños estamentos admiran y aspiran a ser como los “grandes”. ¡Son deplorables!, y le faltan diariamente al respeto a una sociedad que confió en ustedes y en el modelo de democracia surgido tras años de cruel conflicto.

Si hoy se volviera a votar —y la manoseada Ley Electoral no estuviera hecha para hegemonizar partidos monopólicos— muchísimos, seguramente, no serían reelegidos. Llevan años viviendo de nosotros, promoviendo la enseñanza estatal y la sanidad pública, pero envían a sus hijos a colegios privados y suscriben seguros específicos de salud, pagados también por virtuosos ciudadanos trabajadores ¡Ni siquiera creen en lo que hacen!

Pretenden imponer cuotas y normas machistas ¿Quiénes son ustedes para determinar cuántas mujeres pueden o deben estar en política? Algunos no son nadie, de hecho ni siquiera saben hacer otra cosa y cuando dejen la política posiblemente no encontrarán un trabajo honesto. Por eso necesitan medrar, mientras la ciudadanía trabaja honradamente para cubrir su ilimitada voracidad.

¡Demasiados entre ustedes no sirven para nada!, aunque osan insultarnos con su conducta, sus desmanes, sus mañas y sus sucios negocios. No se puede engañar a todos todo el tiempo y llegará el día en que el ciudadano pasivo, relajado —incluso cobarde— que calla sus felonías, los pongan en su sitio porque todo se hincha. No hay derecho a que bajo el paraguas de esta manoseada democracia ultrajen, roben, coloquen descaradamente a dedo a sus hijos o familiares en puestos altamente retribuidos y dejen morir a compatriotas, mientras comen y beben hasta reventar, o gastan sin medida. Cuando abandonen este mundo no podrán llevarse nada, tampoco pasarán a la historia, y cargarán con su deshonor.

Creo que 36 años de conflicto fueron suficientes para que ustedes lo reaviven diariamente con su conducta deshonesta. Contribuyo a pagar su salario y no era justo acabar el año sin mostrar mi indignación, que es la de muchos.

www.miradorprensa.blogspot.com

ESCRITO POR:

Pedro Trujillo

Doctor en Paz y Seguridad Internacional. Profesor universitario y analista en medios de comunicación sobre temas de política, relaciones internacionales y seguridad y defensa.