No hay novedad, no hay novedad

Luis Morales Chúa

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La volví a escuchar hace pocas noches. Es una burla a los informes oficiales de los tiempos de posguerra en España.

Se trata de una baronesa —en la letra original, francesa, es una marquesa— llegada dos días antes a Esquerdo, una clínica para enfermos mentales. Llama por teléfono a sus empleados, o criados, dejados en su palacio, y les pregunta qué novedades han ocurrido en su corta ausencia.

Los versos, puestos de corrido en este comentario y en forma dialogada, principian así:

—José, José, aquí la baronesa, que llegué anoche a la ciudad. José, José dame por preguntarte si en el palacio hay novedad.

—¡No hay novedad, señora baronesa! No hay novedad, no hay novedad. Sólo pasó, que anoche la robaron las perlas de su gran collar. Y que, también, un terremoto a la techumbre hizo volar. Por lo demás, aquí no pasa nada. ¡No hay novedad, no hay novedad!

—Ramón, Ramón, Ramón del alma mía, mi confianza pongo en ti. Ramón, Ramón, mi mente desvaría dime ¿qué pasa por ahí?

—¡No hay novedad, señora baronesa! No hay novedad, no hay novedad. Solo pasó que un rayo cayó anoche y del palacio hizo un solar. Y que, después, lo que quedaba se lo ha llevado el huracán. Por lo demás, esto es un paraíso. ¡No hay novedad, no hay novedad!

—Manuel, Manuel te llamo desde Esquerdo, donde he ingresado antes de ayer. Manuel, Manuel, estoy que araño y muerdo, ¡di la verdad, criado fiel!

—¡No hay novedad, señora baronesa! No hay novedad, no hay novedad. Contesta usted desde la casa el perro, porque tampoco el perro está. Todo acabó, ni a los bomberos les queda nada que hacer ya. Por lo demás, la cosa está tranquila, no hay novedad, novedad.

Algún analista guatemalteco puede hoy parodiar la citada canción y escribir:

—En Guatemala no hay novedad. Solo hubo un proceso por genocidio; sigue preso un expresidente guatemalteco en una cárcel de los Estados Unidos; varios exfuncionarios de alto rango están siendo procesados en Europa, bajo el cargo de haber cometido ejecuciones extrajudiciales; cerca de seis mil personas, entre ellas 670 mujeres, fueron asesinadas; los bomberos recogieron restos de 40 descuartizados y descuartizadas. Guatemala duplicó el promedio mundial de homicidios por armas de fuego; en el mundo el promedio es 42%, en Guatemala es el 84%; es decir, que nuestro país es un lugar ideal para matar. Guatemala fue colocada como uno de los países más corruptos de América Latina, según la organización alemana Transparencia Internacional.

El informe global de las Naciones Unidas sobre desarrollo humano coloca a Guatemala en el último lugar de Centroamérica. En cuanto a la conflictividad social, los índices se mantienen iguales. Según la Universidad Rafael Landívar, institución privada, de orientación religiosa católica, el país evidencia una continuación del conflicto armado interno por otros medios, tan violentos o más que los sufridos durante los 36 años de la guerra. En la base de este nuevo escenario, añade la URL, está la permanencia de problemas estructurales no resueltos, un deficitario cumplimiento, por parte del Estado, de la agenda de la paz y “la proliferación de viejas y nuevas prácticas violentas, muchas de ellas vinculadas a la vigilancia, control y represión frente a la creciente reactivación de la protesta social generada por ese marco conflictivo particular”.

Por lo demás, diría ese analista hipotético, aquí, este año, no pasó nada. Guatemala sigue siendo lo que siempre ha sido: un paraíso de verdad.

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