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¡Ave María Purísima!

"¿Estará bueno o no?", "Te fuiste  Marcelina", "Arriba Chicacao",  "Vida para que fuera eterna". 

Todos recuerdan sus narraciones durante las Series Mundiales, Abdon Rodríguez. (Foto Prensa Libre: Archivo)<br _mce_bogus="1"/>

Todos recuerdan sus narraciones durante las Series Mundiales, Abdon Rodríguez. (Foto Prensa Libre: Archivo)

CIUDAD DE GUATEMALA – “No son los muertos  los que en dulce  calma la paz disfrutan de la tumba fría, muertos son los que tienen muerta el alma y aún  viven todavía”, era una de las frases favoritas del querido Abdón Rodríguez Zea (q. e. p.  d.) —extracto del poema de Antonio Muñoz Feijoo—.

Octubre siempre tiene un  sentimiento especial, llega la  Serie Mundial de las Grandes  Ligas y es imposible no recordar la inconfundible voz del  beisbol, Abdón, un apasionado  del deporte, que con sus jocosas narraciones hacía que el oyente no pudiera separarse de  la transmisión. Así era él, especial, inconfundible y único.

Nació un 17 de septiembre  de 1950 en la capital y desde los  4 años, junto a su padre, Abdón  Rodríguez Marroquín, empezó  a enamorarse del beisbol. Juntos escuchaban las transmisiones de VOA —Voz de América,  en inglés—, fue así como se  volvió un fanático de los Yanquis de Nueva York.

En la Serie Mundial de 1960 los Yanquis perdieron contra los Piratas de Pittsburgh, por un  jonrón de Bill Mazeroski, en la  novena entrada del séptimo juego. Abdón, padre, necesitó  de mucho tiempo para consolar  al pequeño de 10 años que lloraba amargamente porque su equipo no había ganado. Esa es una de las tantas anécdotas de la familia Rodríguez, que en  alguna ocasión recodó su hermana, Juana.

Así era Abdón, fanático como pocos; era especial. “Si los  Yanquis llegaban a la Serie  Mundial era para él una emoción extraordinaria. Me recuerdo que mi mamá —Esperancita  Moss (q. e. p. d.)— nos decía:  ‘por favor, que no pierdan  por que tu papá se va a  poner de mal humor'”, cuenta Celeste, la hija pequeña de Abdón, quien radica en Italia con su hermana Milagros. Solo María José vive todavía en Guatemala.

En este Clásico de Otoño, en algún lugar se escuchará de nuevo Velvet Hands —manos  de terciopelo—, de Bebu Silvetti, y nos transportará a las  inconfundibles narraciones. La  última vez que se le escuchó  por la radio fue un 15 de abril  del 2005. En esa ocasión su voz  no era la de siempre, como sin  energía. Al día siguiente una ambulancia llegó por él a su  casa en residenciales Venecia, y su voz se apagó el 25  de abril.

En esta Serie Mundial, Abdón está pre sente y  diría: “Que  gane siempre el  mejor, pero mejor  si ganamos no sotros”.

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