Fue becado por el mecenas Ángel Muttini para estudiar por ocho años en el Real Conservatorio de Nápoles, Italia, desde 1886, donde prosiguió estudios de piano, violín y composición.
Al volver a Guatemala, en 1895, cosechó gran éxito, y se le consideró el maestro y artista más prominente del momento.
Arias cultivó el virtuosismo pianístico, al introducir la música de Chopin y Liszt, en el marco de un tipo de acontecimiento musical poco conocido en Guatemala hasta entonces: el recital.
Impulsó nuevas tendencias, con sus recitales de piano en el Teatro Colón, donde improvisaba con suma facilidad.
Además de traer nuevas experiencias y repertorio nunca escuchado en el país, Arias formó parte de una generación brillante de estudiantes becados en el extranjero junto con Herculano Alvarado, Miguel Espinoza, Víctor Manuel Figueroa y Julián González. Todos contribuyeron con sus interpretaciones pianísticas al auge de la música de salón.
Arias López fue director del Conservatorio Nacional, donde impartió clases.
Sin embargo, su fulgurante trayectoria se vio truncada. El 23 de marzo de 1908, al ser asesinado por Nicolás Cardillo, conocido sicario del gobernante Manuel Estrada Cabrera (1898-1920).
En 1958, el Departamento de Folclor de la Dirección General de Bellas Artes editó una romanza de la inspiración de Arias, con letra de Máximo Soto Hall, titulada Página gris, en la cual se refleja la sensibilidad del maestro y el dominio técnico que poseía sobre la técnica de la armonía.
Honor a las Minervalias
Arias ganó concursos en 1904 y en 1905.
Compuso Mauresque (danza sinfónica), el aclamado Himno a Minerva, Vals de concierto y miniaturas para piano.
La dedicación de composiciones a Minerva por parte de los músicos de principios del siglo XX refleja el culto a esa deidad, que en Guatemala se exteriorizaba en las Fiestas de Minerva.
Los principales discípulos de Arias fueron los maestros Manuel Martínez-Sobral, Rafael A. Castillo, José Alberto Mendoza, Rafael Vásquez y Fabián Rodríguez.