Revista D

Arturo Aguirre: Nuestro café es adictivo

Dice el cafetalero Arturo Aguirre que Guatemala es una tierra bendita por Dios para el cultivo del café. "Tenemos buenas alturas, suficientes  horas de luz al día, adecuada precipitación y un suelo de tipo volcánico que permite que las plantas absorban los nutrientes y minerales", refiere. "El café, en esas condiciones, se puede producir con una altísima calidad", explica.

Arturo Aguirre es dueño de la finca El Injerto, una de las más importantes productoras de café del país. (Foto Prensa Libre: Ewwin Bercián)<br _mce_bogus="1"/>

Arturo Aguirre es dueño de la finca El Injerto, una de las más importantes productoras de café del país. (Foto Prensa Libre: Ewwin Bercián)

Aguirre, quien nació  el 1 de agosto de 1941, en La Libertad, Huehuetenango, es propietario del café El Injerto y cuya finca, del mismo nombre, ha producido cafés reconocidos y apreciados en todo el mundo. De hecho, ha sido galardonado ocho veces con la Cup of Excellence, una subasta organizada por la Asociación Nacional del Café (Anacafé) y la Alianza para la Excelencia del Café (ACE, en inglés). Este año, la compañía japonesa UCC compró a US$45.10 la libra de su grano.

“Dicen que nuestro café es adictivo”, comenta, aunque sin intención de alardear. Pero sus palabras encierran una gran verdad, pues muchos lo recomiendan por su penetrante aroma floral y cuerpo que garantiza un prolongado sabor agradable.

El café colombiano es famoso por su calidad. ¿Cree que el guatemalteco es mejor?

Definitivamente. Sin temor a ser presumidos o pecar de vanidosos, podemos decir que el café de Guatemala es mejor que el de Colombia.

Entonces, ¿por qué el de ellos es más conocido a escala mundial?

 Los colombianos tienen un buen producto, pero, tal como lo hacen los brasileños o costarricenses, han invertido bastante en mercadeo. Esos países han sido muy creativos para lograr un gran impacto.

¿Qué le hace falta a Guatemala para tener esa difusión?

 Creo que  los cafetaleros de aquí son muy cómodos. Les basta con entregar su producto a un exportador y listo. Le aseguro que el 99 por ciento de los productores no saben a qué parte del mundo va su café.

¿Usted lo sabe?

 Claro. Nosotros no vendemos a los exportadores, sino a los tostadores. El producto de El Injerto va a países que buscan calidad, como Estados Unidos, Inglaterra, Islandia, Japón, Corea del Sur o Taiwán.

¿Qué características tiene el café de El Injerto?

Lo cultivamos a alturas de entre mil 500 y dos mil 100 metros sobre el nivel del mar; no empleamos herbicidas,  fungicidas o insecticidas. Nuestro café es limpio, que crece en un ambiente sano, pues el área de cultivo está rodeado por un bosque tropical húmedo. Eso no sucede, por ejemplo, en Costa Rica, ya que crece al lado de las industrias, contaminado por el monóxido de carbono.

¿Qué variedades produce?

 Trabajamos bourbon, pacamara, maragojipe y geisha. En promedio producimos 36 quintales pergamino por manzana, todo de alta calidad.

¿Le ha afectado la plaga de  la roya?

 Para nada, ya que hacemos un buen manejo de nuestras plantaciones. En El Injerto no hay matas de café mayores de 12 años. En otras fincas, el 70 por ciento tiene matas de entre 40 y 50 años, y eso disminuye su calidad y las hace más susceptibles a tener enfermedades.

Si los caficultores saben las causas de la roya, ¿por qué no lo pudieron prevenir?

  El problema es que el guatemalteco es irresponsable. Como le digo, los cafetales que se enferman son los que no están bien manejados, que no son podados, que no tienen una sombra regulada y que no están fertilizados.

Entonces, ¿qué piensa de la ayuda financiera que  algunos caficultores piden al Gobierno?

 Mire, las fincas son de nosotros, los propietarios. Por lo tanto, a mi criterio, el Gobierno no tiene por qué regalarnos cosas ni acostumbrarnos a ser dependientes de ellos. Hay que pensar en este caso: un empresario que produce camisas no tiene por qué pagar impuestos para  que vivan los caficultores en tiempos de crisis, ¿o acaso los caficultores pagamos más impuestos cuando ellos tienen crisis para vender camisas?

¿Cómo puede ayudar el Estado?

Aquí le han dado muchas vueltas al asunto, pero la cosa es simple: el Gobierno solo debe ser intermediario para lograr que los bancos internacionales otorguen líneas de financiamiento específicas para el cultivo de café, con interés bajo, pagaderos en un tiempo prudencial y sumamente supervisados.

 ¿Créditos supervisados?

Sí, lo que pasa es que si un guatemalteco recibe un crédito, corre y se va a comprar un carro, vive con el dinero que le da el banco y luego no puede pagar la deuda y pierde su hipoteca; en este caso, la finca. Esa no es la filosofía. La idea es que reciba el financiamiento y que lo invierta con responsabilidad.

¿Por qué acudir a la banca internacional?

Porque los bancos nacionales consideran que el café no está sujeto a crédito en estos momentos, pero es producto del pésimo manejo que muchos cafetaleros han hecho de sus fincas.

¿Le sigue teniendo fe al café, pese a la crisis?

¡Claro! El cultivo de café es prometedor, próspero, y deja recursos. Los caficultores deben saber que, como en todo negocio, hay épocas bajas. La cuestión es saber enfrentar los problemas y salir adelante. Pero, mire, el café es rentable.

¿Comparte el éxito con sus trabajadores?

Por supuesto. En la entrada de nuestra finca hay un letrero que dice: “Aquí no trabaja nadie sin certificado del IGSS”. Eso, para empezar. Aparte, hemos entregado a nuestra gente casas con tres dormitorios, cocina, comedor, luz eléctrica y letrinas. La comunidad también cuenta con áreas infantiles y escuela. A nuestros colaboradores les pagamos bien y los capacitamos.

¿No les regala bolsitas con productos, como hace el Gobierno?

 —Ríe—. Ese sistema debería ser diferente. ¿Cómo? Pues si alguien trabaja, que lleve un certificado de la empresa donde labora para recibir un complemento gubernamental, porque se lo ha ganado. Pero lo que hacen es que la gente piense: “No trabajemos, muchá, porque ellos regalan comida”.

¿Cómo ve la cultura de beber café en Guatemala?

Hasta hace unos 12 años, los guatemaltecos no sabían distinguir su calidad. Aquí nos tomábamos cualquier cosa, pero ahora ya lo valora, es exigente e incluso reconoce las variedades y los lugares donde ha sido producido. Los jóvenes, además, ya no invitan a una muchacha a ir por un trago, sino por un café.

Antes se decía que en Guatemala no se conseguía buen café, ¿ahora es posible?

Nuestro país siempre ha producido cafés de mucha calidad, pero era cien por cien exportado y nos quedábamos con las puras segundas. Ahora sí podemos beber buenos cafés, y por eso han florecido varias cadenas especializadas. 

¿Considera que ese tipo de negocios está saturado?

Al contrario, creo que todavía es un campo virgen. Aún estamos en la fase de enseñarle al guatemalteco a que perciba un producto de calidad y que lo consuma.

¿Endulzarlo le quita el buen sabor?

La persona que no sabe tomar café, le echa azúcar. Dicen: “amarga la vida y amargo el café, mejor le pongo azúcar”. Ponerle le quita el sabor.

¿La preparación también influye?

Sí. Usted puede tener un café muy bueno, pero si no lo sabe preparar, no le va a sentir  su aroma, dulzura, acidez o cuerpo, entre otras características. Es como si comprara un buen pescado: si la cocinera no lo sabe preparar, lo echa a perder.

Como sucede muchas veces con las percoladoras que tienen en las oficinas.

Exacto. Esa es agua de calcetín. Y cuando se acaba, sobre la misma shenca le vuelven a echar otra libra de café.

¿Cuánto debe rendir una libra de café?

Debería estar en un promedio de 40 a 50 tazas. Pero, mire cómo son las cosas, ¡me han contado que algunos le sacan hasta 120!

¿Usted, cuántas se toma al día?

Bebo alrededor de 12 a 14 tazas, preparado con 14 gramos de café por cada 10 onzas de agua. Consumo del tipo bourbón, que para mí es el rey.

PERFIL

Arturo Aguirre es propietario de la finca El Injerto, en La Libertad, Huehuetenango.  Su familia, de origen mexicano, la adquirió en 1871.

En el 50 por ciento de sus 10 caballerías de extensión cultiva café, nuez de macadamia y manzana. La otra mitad es un bosque tropical nuboso; aún virgen.

Su café ha obtenido la Cup of Excellence (Taza de la excelencia) en el 2002, 2006, 2007, 2008, 2009, 2010, 2012 y 2013.

Internet:  www.fincaelinjerto.com

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