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El gusano extravagante

El filósofo Séneca afirmaba que no existía un genio sin un gramo de demencia. Si el gran pensador   hubiese conocido la vida,  fuera y dentro de las pistas,  de Dennis Keith Rodman  seguro que hubiese tenido  claro que se había quedado  muy corto en su afirmación.

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Dennis Rodman ( Foto Prensa Libre: Archivo)

El filósofo Séneca afirmaba que no existía un genio sin un gramo de demencia. Si el gran pensador   hubiese conocido la vida,  fuera y dentro de las pistas,  de Dennis Keith Rodman  seguro que hubiese tenido  claro que se había quedado  muy corto en su afirmación.

Pero tampoco se debe  dejar de lado su poder de  atracción. Ejercía un sorprendente magnetismo sobre los medios de comunicación y sobre los aficionados, que lo amaban o  lo odiaban por esa belicosidad en el juego, por sus  infinitos tatuajes, por sus  incesantes cambios de color en el pelo y sus interminables piercing que decoraban su cara. Todo ello  creó a uno de esos juga dores que marcaron una  época dentro de la mejor  liga de baloncesto del  mundo.

Sus inicios

Su vida comienza en  Trenton, Nueva Jersey, el 13  de mayo de 1961, una de las  ciudades más conflictivas  de  Estados Unidos. Como  una gran parte de su comunidad, Rodman fue cria do únicamente por su madre. Su padre, Philander  Rodman, un expiloto de cazas de la guerra de Vietnam, abandonó a Dennis y  a sus dos hermanas cuando  este tenía 3  años. Su pro genitor se afincó en Filipinas y, según el propio  Rodman, durante su vida  engendró unos 40  hijos.  Philander solamente  recordaba 28. Criarse acorra lado por la violencia de los  suburbios de Dallas, sin pa dre  y rodeado de mujeres  marcaron su espíritu y su  personalidad. El destino  del Rodman niño nunca fue  el de la NBA. A pesar de  jugar al baloncesto desde  su infancia, su baja estatura  le conducía a una vida  alejada de las canchas. Incluso llegó a tener un empleo a  sus 16 años en el aeropuerto  de Dallas. Pero todo cambió a  los 17  cuando experimentó  un  gran estirón. Rodman pasó de  175 centímetros a superar los  dos metros de altura.

Su nuevo tamaño y su ímpetu guerrero le hicieron un  espacio en el equipo del Cooke Country College, donde sus  números le permitieron entrar en la Southeastern Oklahoma State University. La universidad, encuadrada dentro  de una de las divisiones menores del baloncesto universitario —la NAIA—, forjaron  su estilo de juego atlético, fí sico y de cierta dureza que le  hicieron encajar a la perfec ción en los Detroit Pistons, los  Bad Boys, de Chuck Daly.

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